Page 10 - Actas Afrancesados y anglófilos
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místico, en la cual el rey era el vértice. Dios era el creador último de la sociedad y el origen del poder, pero no era el que designaba directamente al soberano sino que éste recibía su poder de aquél, una vez que la comunidad dividida en estamentos le elegía tras haber establecido ambos un pacto. Por este pacto, el rey se comprometía a guardar el bien común contenido en una leyes fundamentales y, sólo a cambio de ello, prometía obediencia la comunidad. Ligado con esta concepción está el carácter federalista, si se nos permite el anacronismo del término, sobre el que ya los reyes Católicos se plantean la anexión de las diferentes entidades territoriales. Sólo a cambio de la promesa de respetar sus leyes, accederían los países de la Corona de Aragón a prestar obediencia.Carlos V y Felipe II, intentarán llevar a cabo un proceso de fortalecimiento del poder, respondiendo a las ineludibles necesidades de creación de un estado más moderno, pero no podrán trastocar de momento todo el sistema, y mantendrán la sociedad dividida en estamentos, así como la autonomía de los reinos, aunque paulatinamente el papel de la nobleza se irá vaciando de sentido por la aparición de la burocracia y el ejército. El resultado fue que la monarquía, al centralizarse, al romper el equilibrio sobre el que se sustentaba, estaba colaborando al proceso de su propia disolución. El despotismo ilustrado, la monarquía absoluta, fue un intento desesperado por responder a las imparables exigencias de renovación, manteniendo en parte el status del antiguo régimen, pero sus mismas medidas políticas, fuertemente centralistas, con el objeto de racionalizar la economía, limitadoras del poder de la aristocracia y de la iglesia, y fomentadoras de la libertad intelectual y de la instrucción, acabaron precipitando su caída. No es de extrañar así que el despotismo ilustrado despertara recelo tanto en la Corona de Aragon como entre la alta nobleza. El drástico cambio que presentían, amenazaba el mantenimiento de su situación de autonomía política en un caso, y sus privilegios e influencia en el de la nobleza.De este modo es desde la Corona de Aragón, alertada ante la presunción de la pérdida de sus libertades dentro de un sistema de monarquía centralizada, desde donde surgen las primeras críticas al Despotismo Ilustrado, pero pronto vendrán las de la aristocracia. En torno a 1725, empieza a formarse el llamado Partido Español, formado por un grupo de nobles descontentos que protagonizaron la primera oposición contra Felipe V. Los escritos de Amor de Soria dedicados a deslegitimar el gobierno despótico ilustrado y a proponer un nuevo modelo de monarquía pactada, coinciden en parte, con los objetivos del Partido Español estudiado por Teófanes Egido6. Fueron los componentes de este partido, Montellano y Medinaceli entre otros, resentidos por su relegamiento en el gobierno, los que empezaron a protagonizar la primera oposición al despotismo ilustrado dentro de España y a difundir el odio a todo lo francés, que calaría en las clases más populares, dando lugar al fenómeno del majismo en los años posteriores.La enfermedad Crónica y peligrosa de los reinos de España y de Indias. Sus causas naturales y sus remedios, es un brillante tratado político escrito por un noble ilustrado, lo suficientemente lúcido sin embargo, como para darse cuenta del anacronismo que suponía proponer volver sin más al estado de cosas anterior en una sociedad en la que se estaban produciendo profundos cambios. Ello le obligará en primer lugar a diagnosticar sus males, desplegando una dura autocrítica de su propia clase social que se manifiesta explícitamente a lo largo del libro. Habría sido el abandono de su antigua misión salvaguardadora de derechos fundamentales lo que les había acarreado el odio del pueblo. Para recuperar su confianza, les aconseja volver a convertirse en protectores de los menos favorecidos, salir de su ociosidad y “reciclarse”6 Teófanes Egido López, Opinión pública y oposición al poder en la España del siglo XVIII (1713-1759), Secretariado de publicaciones de la Universidad de Valladolid, 1971.4