Page 8 - Actas Afrancesados y anglófilos
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Se trata de un personaje poco aireado durante un tiempo por las razones que luego expondremos, aunque es citado como temprano ejemplo de esta posición reformista, primero por Maravall y más tarde por Domínguez Ortiz y García Cárcel. Ernest Lluch, gran estudioso de la1Guerra de Sucesión es el que mejor le conoce, citándole ampliamente en sus libros y considerando que su ideología política es una muestra de una vía política abortada durante mas de dos siglos y que habría renacido con la Constitución de 1978. De él sabemos, gracias a la crónica de Castellví2 que detentó cargos de importancia en Barcelona bajo el gobierno del Archiduque, que al acabar la guerra, marcha a Viena y que allí pasará probablemente el resto de su vida. Está documentada su estancia en esa ciudad y que también allí obtuvo cargos importantes en el gobierno de la emperatriz María Teresa. Sabemos por su propio testimonio, que viajó por Francia y por Italia y que a su amplia experiencia política y a su conocimiento de la historia jurídica española, debió aunar cierta influencia de la escuela iusnaturalista alemana, como demuestran sus frecuentes referencias a Puffendorf. Es probable que pese a su gran influencia sobre el Discurso sobre el origen de la monarquía y sobre la naturaleza del gobierno español y sobre la Teoría de las Cortes, del liberal Martinez Marina, fuera probablemente la vocación jacobina del liberalismo español lo que hace que su nombre casi desaparezca durante dos siglos. Sólo Jerónimo Becker lo citará a finales del siglo XIX, como uno de los pocos escritores que en el siglo XVIII “se mostraron partidarios de la celebración de las Cortes”3.Nos resulta imprescindible para comenzar a abordar su figura, trazar un panorama muy somero del escenario en el que surgen sus ideas políticas. Como es bien sabido, con la Guerra de Sucesión, España queda dividida en dos bandos. Suele repetirse que la alta nobleza, la iglesia y la Corona de Aragón permanecen fieles al Archiduque Carlos, porque prometía seguir la línea política estamental de los Habsburgo, y que Castilla, agobiada y cansada de sostener a la monarquía con sus tributos y resentida con la inutilidad y abusos de la aristocracia, habría visto con buenos ojos un cambio de dinastía y de modelo político y se habría sumado rápidamente a la causa del despotismo ilustrado importado por Francia. Sin embargo el panorama es mucho más complejo, pues la iglesia estuvo dividida, (así los jesuitas, que luego serían antiregalistas, se suman en un primer momento a Felipe V y las ordenes mendicantes al Archiduque) y muchas ciudades aragonesas como Jaca, Cervera, Calahorra, Calatayud, Borja, Tarazona entre muchas otras y casi todo Alicante se mantienen también fieles a Felipe.La Guerra de Sucesión, cuya importancia para la comprensión de nuestra historia contemporánea, supo ver tan bien Ernest Lluch, fue un fenómeno sobre cuya complejidad fueron arrojando luz otros estudios, como los de PedroVoltes Bou, Ricardo García Cárcel o el de Virginia Leon Sanz,4. Por ejemplo sabemos que las concesiones hechas en un primer momento por Felipe V en las Cortes de Barcelona y Zaragoza1 Ernest Lluch. La Catalunya vençuda del segle XVIII. Foscors y clarors de la Illustració, Edicions 62, 1996, Veáse también : Las Españas vencidas del siglo XVIII, Editorial Crítica, 1999.2 Franc Castellví, Narraciones hitóricas desde el año 1700 hasta el año 1725, Manuscrito original en el Staatsarchiv de Viena, copia única en la Biblioteca Central de Barcelona, tomo III, F. 281. Se trata de otro de los emigrados de la Guerra de Sucesión.3 Jerónimo Becker, La tradición política española, Tipolitografía de Raoult Péant, Madrid, 1896. “Tal concepto de autoridad soberana de las Cortes era verdaderamente notable en un político del siglo XVIII”. 4 Veáse Pedro Voltes Bou, Barcelona durante el gobierno del Archiduque Carlos de Austria, Ayuntamiento de Barcelona, C.S.I.C, 1963. Ricardo García Cárcel, Felipe V y los españoles, Plaza y Janés, 2002. Virginia León Sanz, Entre Austrias y Borbones. El Archiduque Carlos y la monarquía de España. (1700-1714). Sigilo, Madrid, 1993.2