Page 209 - 100 años en femenino
P. 209

contemporánea consiste en eliminar los efectos ofuscadores y distorsionadores de las estructuras de género tradiciona- les».37 La carrera literaria de Chacel, cuya vida estuvo mar- cada, a partir de 1938, por el exilio, la soledad y el abandono, se fue construyendo poco a poco, hasta dar con alguna obra maestra como sus novelas Memorias de Leticia Valle y Ba- rrio de Maravillas.38 Muy cercana a las ideas defendidas por Chacel en sus artículos para la Revista de Occidente está su amiga María Zambrano (1904-1991), escritora magnífica y pensadora original, sin parangón en el panorama español, o acaso, europeo. Surgida del Madrid de la vanguardia, atravie- sa mundos, muchos mundos, hasta dar con su voz. Una voz que zanja el debate sobre la autoría femenina señalando que «el autor es neutro, neutro por más allá y no por más acá de la diferenciación existente entre hombre y mujer».39 Zambra- no sabe, como ella misma dijo de las mujeres en las novelas de Galdós, que el hombre y la mujer son ontológicamente iguales. Para alguien que escribe y piensa como ella, el debate resulta verdaderamente fuera de lugar. Otra mujer exiliada, Mercè Rodoreda (1908-1983), lleva al más alto nivel la na- rrativa escrita en catalán. Antes de partir al exilio escribe, en 1938, una de sus obras fundamentales, Aloma, donde crea el personaje femenino que será, junto a la Natalia-Colometa de La plaza del diamante, el más importante de su obra.40 Estas y otras muchas mujeres del exilio que vivieron literalmente en carne propia la quiebra irreparable que supuso la Guerra Civil se aventuraron por un mundo desconocido con la escri- tura como único, pero formidable, suelo que pisar.
Años cuarenta. No será necesario decir que las rutas inicia- das, tan lenta y penosamente, a lo largo de más de medio si- glo, terminaron de nuevo en el hogar. Regresaron su ángel y su monstruo. El Lyceum Club Femenino se transforma en el Club Medina, la mujer es de nuevo confinada a «sus labo- res» y pierde todo tipo de derechos civiles; su misión, como quería en los años veinte Marañón, es tener hijos y cuidarlos y no salir de ese ámbito doméstico que naturalmente le co- rresponde por los siglos de los siglos. Pilar Primo de Rivera, al frente de la Sección Femenina, alaba las excelencias de la aguja como ideal para la mujer. «Dame una aguja y moveré el mundo» era un dicho de la época. No hay libro como Usos amorosos de la posguerra,41 de esa «chica rara» de Salamanca que fue Carmen Martín Gaite, para entender lo que significa- ron aquellos años en la vida cotidiana, que es la única que de verdad se tiene, de las niñas que crecieron en aquella época.
210—Mar García Lozano Rutas ignoradas. Mujeres en la literatura y en la música del siglo XX
































































































   207   208   209   210   211