Llamado «el Político» o «el Mejor Alcalde de Madrid», Carlos III ocupa el trono español en el momento en que hacen entrada en España las ideas de la Ilustración. Casi 30 años de reinado le permitieron diseñar y ejecutar con meticulosidad una profunda reforma de los territorios de la monarquía española cuyos efectos continuaron mucho después de su muerte.
La muestra reúne un centenar de piezas de gran significación para este período histórico, procedentes de importantes instituciones nacionales o extranjeras. Obras de los grandes pintores del siglo XVIII que actuaron a modo de cronistas de esta época como Jean Ranc, Jacopo Amigoni, Giuseppe Bonito, Anton Rafael Mengs o Francisco de Goya, comparten espacio con importantes materiales arqueológicos mediterráneos –como la caja de semillas de Herculano conservada en el MAN- y americanos, así como con magníficas muestras de la cartografía del periodo, instrumentos científicos, o los originales de algunos de los documentos nodales de la historia de la Europa dieciochesca. Entre las piezas exhibidas destacan el cuadro de El embajador turco ante la Corte de Nápoles, obra de Giuseppe Bonito, del Museo Nacional del Prado; una Vista del Real Palacio Nuevo de Madrid realizada por Antonio Joli, procedente del Palacio Real de Nápoles; el Asalto inglés al castillo del Morro de La Habana, de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; o el Umete de Tahiti, procedente del Museo Nacional de Antropología.
Pocos reinados en España han tenido tanta trascendencia como el de Carlos III, uno de los monarcas claves en la Historia de la Europa del siglo XVIII.
Su trayectoria vital fue larga y llena de iniciativas exitosas (1716-1788). Un itinerario marcado por su formación en la corte de sus padres los reyes Felipe V e Isabel de Farnesio y el ascenso sucesivo a tres tronos distintos: fue duque de Parma y Piacenza como Carlos I (entre 1731 y 1735) –y, temporalmente además, príncipe heredero de Toscana-, rey de Nápoles -como Carlos VII- y rey de Sicilia -como Carlos V- entre 1735 y 1759, y finalmente rey de España desde 1759 hasta su muerte en 1788. Lo que le convirtió en un monarca que tuvo casi sesenta años de reinado, añadiéndose la particularidad de haberlo hecho sobre tres países distintos, independientes y muy diferentes entre sí.
Dentro del pensamiento de la Ilustración son varias las ideas nodales que rigieron durante este interesante periodo: razón, naturaleza, progreso, tolerancia, cosmopolitismo, pedagogía… Conceptos que, una vez en España, fueron puestos a disposición de un proyecto nacional reformista de hondo calado y hábilmente dirigido por el monarca.
Bajo el prisma del pensamiento de toda una época, esta exposición presenta algunos de los aspectos principales de la vida y obra de uno de los monarcas sustanciales de la historia de España.
España e Italia. Relaciones e intereses internacionales (1716-1759)
En Italia es donde un joven Infante Don Carlos se formó como gobernante. Fue además aquí en donde se consolidó su curiosidad por el conocimiento y, derivada de ella, la política de establecer las relaciones de sus reinos con el mundo a través de lo político y de lo científico-cultural.
Como rey de Nápoles contribuyó a la reforma de su reino y su legislación, reforzó el poder de la Corona frente a los intereses de las influyentes élites locales, cuidó de las relaciones internacionales, transformó urbanísticamente algunos espacios de la capital y construyó importantes residencias reales como el Palacio Real de Capodimonte, promoviendo además de la ciencia, la creación de varias manufacturas reales, así como las excavaciones en Pompeya, Herculano o Estabia.
La muerte de Fernando VI el 10 de agosto de 1759, sin hijos que le sucedieran, convirtió a Don Carlos en rey de España.
Don Carlos y la Arqueología
Como rey de Nápoles Don Carlos promovió las excavaciones de Pompeya, Herculano y Estabia y creó el Museo Portici para recoger y conservar las antigüedades allí encontradas.
Todo ello constituye una muestra del aprecio y la sensibilidad que tuvo desde joven por la Antigüedad, convirtiéndolo en un ávido coleccionista. Pero también ejemplifican la alianza establecida entre Historia y Arqueología como una forma de proyectarse en aquel presente, buscando en el pasado virtudes que les sirviesen de modelo.
Las noticias de los importantes descubrimientos realizados en Nápoles se continuaron recibiendo en la Península, donde ya como rey de España siguió siendo informado de los avances en la investigación de los lugares arqueológicos napolitanos.
La dimensión cultural e internacional alcanzada en toda Europa por estas iniciativas no ha sido superada, ya que constituyeron el inicio de la arqueología como disciplina científica; ejerciendo además los descubrimientos una profunda influencia en el arte del Neoclasicismo.
La despedida de Nápoles
Tras renunciar al trono en la persona de su hijo segundogénito Fernando IV, la extraordinaria despedida ofrecida al rey por la ciudad de Nápoles anticipó el gran recibimiento que se le tributó en Barcelona. Puerto elegido para convertirse en el primer punto de la Península en ser visitado por el cortejo real.
La llegada a Madrid, capital de la Monarquía Hispánica, fue igualmente grandiosa tal y como reflejan los abundantes testimonios gráficos conservados. Testimonios que anticiparon la excelencia artística en la que se iba a reflejar su reinado español.
Atrás quedaba una etapa plena de realizaciones y que sería muy añorada por el monarca; quien continuó siempre muy atento a los asuntos napolitanos e italianos en general.
El trono de España y los reinos ultramarinos
La llegada de Carlos III al trono de España en 1759, uno de los más importantes de la Europa del momento, supuso la progresiva y definitiva entrada en nuestro país de las ideas de la Ilustración.
Casi treinta años proporcionaron la posibilidad de diseñar y ejecutar con cuidadosa meticulosidad una profunda y progresiva transformación a gran escala en todos los territorios de la Monarquía Hispánica, aunque con desiguales resultados. Algunos de cuyos efectos continuaron su proyección mucho tiempo después de la muerte de su promotor en 1788.
Entre los logros más destacados de su reinado en España estuvieron la reorganización de la Marina española, la adopción de una nueva bandera como símbolo nacional, la adopción de numerosas reformas legales y educativas, el fomento de la economía, la política de repoblaciones, la expulsión de la Compañía de Jesús de los territorios de la Monarquía en 1767, o la protección y fomento de las artes y de las industrias suntuarias con ellas relacionadas y producidas en las conocidas Reales Fábricas.
Los Reinos de las Indias, clave de la política borbónica
Cuestión fundamental en su reinado fueron los territorios americanos, considerados por Carlos III como el pilar estratégico y económico de la Monarquía. De su estabilidad dependería la de todos sus reinos, de ahí el cuidado que puso en implementar una amplia batería de reformas ultramarinas en los más variados campos.
El programa de acción iniciado para lograr este propósito consistió en recuperar aquellos territorios españoles en América ocupados por otras naciones europeas; mejorar el sistema comercial; favorecer la producción de aquellas materias que más necesarias fuesen en los centros manufactureros peninsulares; y potenciar en Indias el consumo de los productos enviados desde la Península.
Proyección internacional de la monarquía. España en el sistema internacional
A diferencia de sus predecesores inmediatos en el trono, Carlos III implementó una política internacional cada vez más activa en el difícil panorama geoestratégico del siglo XVIII. Logrando mantener a España entre las naciones líderes de Europa.
Los escenarios de esa política exterior estuvieron fundamentalmente focalizados en Francia, el Mediterráneo occidental (Menorca y Gibraltar, en manos británicas, fueron dos de sus focos de atención y tensión armada), Europa oriental (Austria y Rusia) y occidental (Portugal) y, ya en América, el valle del Misisipi y el territorio británico de las Trece Colonias –hoy, Estados Unidos-.
Ejército, Armada (España fue la primera fuerza naval de esta centuria) y diplomacia fueron sus tres herramientas para conseguir la proyección exterior.
La Guerra de los Siete Años (1756-1763)
Entre las páginas más destacadas del papel jugado por España en esos momentos puede señalarse su participación en la Guerra de los Siete Años (1756-1763), primer conflicto armado a escala global de los tiempos modernos y que se desarrolló en Europa, América y Asia.
En 1762 la Habana y Manila -ciudades clave del comercio hispano en el Atlántico y el Pacífico, respectivamente-, fueron ocupadas durante varios meses por los británicos, lo que provocó serios estragos en la economía hispana.
España y su apoyo a la independencia de los Estados Unidos (1776-1783)
El apoyo encubierto a la independencia de los Estados Unidos (1776-1783), coaligada con la Francia de Luis XVI, fue otra de las páginas destacadas del papel jugado por España en el panorama internacional del momento. Donde la tensión con la Gran Bretaña vehiculó casi todo el siglo y condicionó profundamente la relación existente entre ambas naciones.
De este fascinante periodo data la relación entre Benjamin Franklin y algunos de los grandes personajes españoles del momento como el Infante Don Gabriel de Borbón, hijo de Carlos III, o el conde de Aranda.
La política norteafricana
Como continuación de la política norteafricana desarrollada en la etapa napolitana, Carlos III manifestó su interés por establecer relaciones y alianzas con Marruecos, Trípoli y con otros territorios sometidos a la Sublime Puerta.
En su reinado no solo se prestó atención al mundo Clásico sino también al pasado musulmán peninsular. Se tomaron entonces medidas para proteger la Alhambra de Granada y se promovieron otras acciones como la publicación de las Antigüedades árabes en España de José de Hermosilla, y de la Biblioteca arabico-hispana… (1760-1770) de Miguel Casiri.
Un mundo por conocer. Cultura y exploraciones científicias
Como culminación de su idea global de la política del reino Carlos III promovió la ciencia, la cultura y las exploraciones científicas ultramarinas (terrestres y marítimas) a gran escala, inaugurando además el prestigio de lo científico para los gobernantes.
Para recoger y estudiar la flora y la fauna de América se creó en 1781 el Real Jardín Botánico en Madrid, y se promovieron varias expediciones botánicas como la de José Celestino Mutis (1783-1810). Bajo el auspicio regio Antonio de Ulloa y Pedro Franco Dávila crearon en 1771 el moderno Real Gabinete de Historia Natural, destinado a satisfacer el ansia de conocimiento del rey ilustrado y estuche perfecto para que los objetos americanos de las colecciones reales
Las expediciones marítimas y terrestres ultramarinas: entre el conocimiento y la política
Una de las características definitorias de un reinado tan rico en matices como el de Carlos III, fue la voluntad exploratoria y de fomento del estudio puesta de manifiesto por la Corona y por sus agentes. Podría afirmase que casi no hubo tema geográfico ni región del Globo, marítima o terrestre, que escapase a su atención, incluida la propia península Ibérica.
Las exploraciones impulsadas y organizadas entre 1759 y 1788, así como el caudaloso volumen y la extraordinaria calidad de las informaciones científicas que generaron y conservamos son prueba de la voluntad exploratoria y de fomento del estudio puesta de manifiesto por la Corona y por sus agentes.
Un cuidadoso programa destinado a conocer, defender, gobernar, e incluso ampliar, sus territorios ultramarinos.
El océano Pacífico en el Siglo Ilustrado
La expansión por el océano Pacífico fue un objetivo presente desde la época de Hernán Cortés. Fue ya en el siglo XVIII cuando se recuperó el interés por adentrarse nuevamente en aquellas regiones. En el continente americano, fueron los virreinatos de la Nueva España y del Perú los dos focos principales desde los que se afrontó el reto. Todo ello con el objetivo político de neutralizar las aspiraciones de otras naciones europeas –como Rusia, Francia o Inglaterra- en una región tan vasta y diversa geográfica y culturalmente.
Carlos III y la posteridad
El conjunto de las aportaciones realizadas dentro de esta dilatada etapa de la historia de España fue titánico, y muchas de ellas se proyectaron en el tiempo.
Carlos III fue un soberano que supo ganarse un gran prestigio como monarca tanto dentro como fuera de España.
El Elogio de Carlos III, leído en 1788 por Gaspar Melchor de Jovellanos en una sesión de la Real Sociedad Matritense de Amigos del País, reconocía al soberano el haber dado a España: “Ciencias útiles, principios económicos, espíritu general de ilustración”, afirmando con emoción: “ved aquí lo que España deberá al reinado de Carlos III”.
Durante el periodo de exposición, el MAN acoge un ciclo de conferencias en el que expertos sobre este periodo histórico analizan al personaje de Carlos III y su proyección internacional:
Las conferencias se celebrarán los jueves de 19:00-20:30 horas:
Jueves 16 de febrero de 2017
“En torno al teatro en porcelana de la Familia Real de Nápoles y su contexto histórico-cultural”. Mª Ángeles Granados (MAN)
“Arqueología y Antigüedad en tiempos de Carlos III”. María del Carmen Alonso Rodríguez (Universidad Complutense de Madrid)
“La caja de Herculano”. Margarita Moreno Conde (MAN)
“Al-Andalus y su recuperación ilustrada”. María Jesús Viguera Molins (Universidad Complutense de Madrid y Real Academia de la Historia).
“Las relaciones diplomáticas hispano-marroquíesn durante la segunda mitad del siglo XVIII a través de los regalos de Estado”. José María Fernández Palacios (Universidad Complutense de Madrid)
“Leer en le libro del futuro: Algunos analistas españoles ante la independencia de Estados Unidos”. Silvia L. Hilton (Universidad Complutense de Madrid)
“Benjamin Franklin, el infante don Gabriel de Borbón y la Liberas Americana”. Paloma Otero Morán (MAN)
“Un mundo por conocer: Las expediciones marítimas y terrestres en la época de Carlos III”. Miguel Luque Talaván (Universidad Complutense de Madrid)
“Cartografía española en la época carolina: el mapa de América medidional de Juan de la Cruz Cano y Olmedilla”. José María Moreno (Museo Naval)