Page 61 - El rostro de las letras
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      44 TERTULIAS Y CAFÉS
AVRILLON. Tertulia A Cova Céltica. En el centro, sentado, Curros Enríquez entre Manuel Murguía y Andrés Martínez Salazar. Con ellos, Carré Aldao, Francisco Tettamancy, Florencio Vaamonde, José Ojea y Galo Salinas. 1904 (Real Academia Galega. Arquivo)
  movimiento han quedado los versos de Cantares gallegos (1863) de Rosalía de Castro, que constituyen la piedra más firme sobre la que se levantó la nueva literatura gallega. “Gentes muy diversas de nuestra tierra –ha escrito Xesús Alonso Montero–, las hu- mildes en primer lugar, intuyeron la grandeza y la belleza de su hazaña: una mujer poeta, una mujer huérfana desde su niñez, una mujer de poca salud y agobiada por las penas, asume, sin pedan- tería, como quien respira, la defensa y la canción de su marginado y postrado país”.
Pero fueron los cafés los que más propiamente respondían al espí- ritu liberal, exaltado y democrático del romanticismo emergente. Su principal oferta fue la palabra, el verbo inflamado, el sueño de la libertad. La más célebre tertulia literaria de la época fue la ya mentada de El Parnasillo, residenciada en los bajos del café del Príncipe, en la madrileña calle del mismo nombre, frecuentada por un grupo de escritores, a medio camino entre la celebridad y la insumisión. Aquel cafetucho ancho y ruinoso, recién abandonada su humilde condición de botillería, lo ha descrito Mesonero Ro- manos con su docena de mesas de pino, su monumental lámpara de candilones colgados del techo y unos humildes quinqués en las paredes. Para ser exactos, la tertulia del Parnasillo era, en realidad
Eduardo Pondal (1835-1917), uno de los grandes bardos del Rexurdimento. El retrato lo tomó Mariano BORDOY en 1862, año en que publicó su primer poema en gallego. (Real Academia Galega. Arquivoa)






























































































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