Page 394 - El rostro de las letras
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ENTRE DOS DICTADURAS
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Campúa, Josep Compte, que reiniciaban esforzadamente su trabajo. Otros, como Ortega y Gasset, posaron ante las cámaras del mismí- simo Cecil Beaton, durante su corto exilio londisense. Y los hubo, como Eduardo Marquina, Eugenio d´Ors, Concha Espina, Jacinto Benavente, Ramón y Cajal, Gregorio Marañón y el propio Ortega, que fueron protagonistas del trabajo de alguno de los reporteros que no habían sufrido persecución por la justicia, como Basabe, Contre- ras, Pepito Campúa, Josep Compte, Santos Yubero, Vallmitjana y Antonio Verdugo, ocupados en atender las menguantes necesidades de la prensa gráfica, especialmente el diario Arriba, que editaba una excelente sección fotográfica.
En el terreno de la cultura, la situación se asemejaba mucho a un erial, dado que las autoridades a las que habría correspondido su fomento
y estímulo, no manifestaban más que un evidente desapego por la misma. El famoso eslogan “muera la inteligencia”, de un célebre jefe de la Legión, no era sino una versión pedánea de la frase de Goebbels, “cuando oigo la palabra cultura desenfundo la pistola”. Con la victoria militar, la vida cultural del país quedó violentamente cercenada. Al exilio de la mayoría de sus grandes músicos, escritores, científicos, cineastas y catedráticos, se sumó el obligado silencio de otros que, tras meses de depuraciones, se vieron obligados a llevar una existen- cia semiclandestina y catacumbal. En cualquier caso, el nombre de
la mayoría de los escritores españoles vivos desapareció de los libros
Caricaturas fotográficas de Jacinto Benavente, Pío Baroja y Azorín publicadas en el número 65 de la revista fotográfica Sombras. Octubre de 1949 (Archivo Monasor)
   



























































































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