Page 34 - El rostro de las letras
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EL ROSTRO DE LAS LETRAS
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procomún, a las personas sencillas y alejadas de toda pretensión. “Fotografías –insistía Pla–, que nada tienen que ver con lo que se llama hoy fotografías artísticas (las de los concursos o salones), género infecto en este oficio, fotografías inventadas, generalmente trucadas, realizadas a base del golpe pretendidamente genial, como si fuera posible explicar algo inteligible a base de golpes geniales
o alaridos románticos [...]. La vaguedad, la brumosidad, los trucos siempre posibles de estos soberbios aparatos fotográficos y de la química posterior a que son sometidas las imágenes iniciales, son la pura, simple, y cuando se tiene la habilidad de la mixtificación, la fa- cilísima trampa”. Para Pla, la diferencia entre la fotografía artística y lo que él llamaba la fotografía vivaz y eficaz, reside en el detalle, como en las grandes narraciones de Flaubert, Balzac, Stendhal, Galdós, Baroja y Proust, sobre todo en Proust, cuya obra se compo- ne de detalles “abrumadores por su propia exactitud” 9.
La escasez de referencias a la fotografía en la obra de los literatos españoles nos da la medida del interés con el que se siguió entre nosotros su nacimiento y evolución. Así, frente a la relativa abundancia de retratos fotográficos de celebridades en los países europeos y en los Estados Unidos, es muy raro encontrar en Espa- ña algo similar, al menos en los años recentales del daguerrotipo. De los personajes célebres sólo conocemos grabados y retratos pictóricos, hasta que se introdujo el colodión, en las postrimerías isabelinas. Si queremos conocer el rostro de los escritores de la primera mitad del siglo XIX, debemos recurrir al trabajo de los gra- badores, hasta la masificación del retrato en tarjeta que se produjo en las vísperas de la revolución de 1868, cuando comenzaron a edi- tarse las Galerías de Celebridades de los fotógrafos. En ellas tienen ya un apreciable protagonismo los hombres de letras, en especial los más favorecidos por la popularidad, como el mismísimo Pedro Antonio de Alarcón, tan generosamente presente en todas las colec- ciones de retratos de la época.
Retrato de un jovencísimo Emilio Caste-
lar (1832-1899), incluido por el fotógrafo Rafael CASTRO ORDÓÑEZ en su “Galería de los Contemporáneos”, una de las primeras editadas en España. Ya entonces, Pedro An- tonio de Alarcón le tenía por una “verdadera gloria nacional”. Carte-de-visite, hacia 1860 (Fundación Lázaro Galdiano. Madrid)
9 Josep Pla publicó este texto en un artí- culo dedicado a las fotografías tomadas por Eugeni Forcano en el mercado de Bañolas (“Paseo por Bañolas en día de mercado”), revista Destino, Barcelona, 5 de octubre de 1966.
 


























































































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