Page 331 - El rostro de las letras
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    314 TIEMPOS NUEVOS
  Uno de los mentores de la tertulia fue Josep Carner, que con su tufo de iconoclasta tumultuoso, mofletes sanguíneos y su corbata de lazo puesta de moda por los modernistas, era ya el “jovencísimo capitán de un movimiento que nosotros presentíamos que sería el nuestro”, como se encargó de recordar Sagarra.
Los estudios de fotografía vivían ya una “honda y preocupante cri- sis”, como no se cansaban de anunciar los observadores más atentos
e informados. Según datos del Anuario Bailly-Bailliere, en 1905 existían en Madrid 63 galerías de retrato y dos años después cotizaban a Hacienda 439 en toda España, prácticamente las mismas que en 1880. De ellas, 71 estaban establecidas en Barcelona, 57 en Madrid, 32 en Valencia, 19 en La Coruña, 14 en Zaragoza y Gerona, 13 en Sevilla, 12 en Cádiz, Málaga y Murcia, 10 en Santander y 7 en Alicante. En los años que siguieron, el número de estudios apenas sufrió variaciones sustanciales: 96 en Madrid y 83 en Barcelona, que tributaban setenta mil pesetas anuales de impuestos; desde las mil pesetas que pagaban Franzen y Káulak, hasta las seiscientas con las que cotizaban la ma- yoría de los profesionales. La crisis del retratismo no se manifestaba solamente en el número de galerías, sino en la calidad de su trabajo, que no había dejado de menguar desde los días de los retratos en tar- jeta. El adocenamiento y la vulgaridad eran la norma, con la salvedad de un pequeño grupo de privilegiados. A esta situación se añadía una
Eduard SAGARRA. La célebre Peña del Ateneo, casi al completo. De izquierda a derecha: Lluís Llimona, Fidenci Kirchner, Enric Jardí, Eduar Ragasol, Pompeu Fabra, Dr. Galí, Antoni Colomer, Quim Borralleres, Barberá, Solé de Sojo, Durán Reynals, Camps Margarit, Josep Maria de Sagarra, Toni Homar y Emili Vilanova. Hacia 1930 (Archivo de la revista Imatges)
Inusualmente precoz, Josep Carner fue el gran renovador de las letras catalanas de su tiempo y una de las figuras más ilustres del novecentismo. En la imagen, el escritor el día de su boda con Carmen de Ossa. Fotografía de SAGARRA, 1915 (Colección particular)
 Josep Carner Aquel muchado no tenía cuando yo lo conocí, hacia 1910, más de veintisiete años; pero, con todo y ser aún prima- veral, había ahuecado y sacudido violentamente la lana literaria del país, y como un hábil colchonero, había levantado una polvareda.
JOSEP MARÍA DE SAGARRA



























































































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