Page 329 - El rostro de las letras
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del presidente Eduardo Dato, y allí, Díez Canedo y Julio Camba le presentaron a los fijos de su tertulia vespertina, Valle-Inclán, Ma- nuel Azaña, Ortega y Gasset, el pintor Echevarría y “toda clase de aves de paso”. También a Sagarra le sorprendió el suceso en el café Regina, en el arranque de la calle de Alcalá, a un paso de la Acade- mia de Bellas Artes de San Fernando. A su lado, en la esquina entre Alcalá y Peligros, se encontraba el elegante Fornos, cuya existencia se extinguió en los primeros años de la República, dejando en la calle la herida de su solar desventrado. Enfrente, lindando con la calle de Sevilla, se encontraba la cervecería de la Cruz del Campo y, más abajo, donde hoy se encuentra el Círculo de Bellas Artes, la Granja del Henar, en donde reinaba la facundia ceceosa de Valle-Inclán, siempre rodeado de su corte de devotos y bacines. “Mi vicio favori- to –escribió entonces el maestro– son los cafés, en los que paso la vida moliciosamente”. En la calle del Príncipe, a un paso del estudio de Franzen, estaba El Gato Negro, un café modernista en el que anidaban González Blanco, Jacinto Benavente, Melchor Fernández Almagro y Ramón Carande. En la vecina calle de Carretas se resi- denciaban las tertulias del Café Antiguo y la botillería de Pombo, que hizo célebre Gómez de la Serna. Y, algo más a trasmano, en la calle del Prado, la Cacharrería del Ateneo convocaba semanalmente a un grupo de conspiradores republicanos alrededor de Manuel Azaña y Valle-Inclán.
En Barcelona, los escritores, artistas y fotógrafos se arracimaban en las tertulias del café Suizo, el Colón, el Alhambra, Els Quatre Gats,
el Torino, el Continental, el Petit-Pelayo y el Café de París. Cuando los miembros de la Peña del Mediodía del Continental se quedaron huérfanos, mudaron su campamento al Royal, en la misma Rambla, al que no faltaban los médicos y marqueses, que miraban de reojo a los que se reunían en la Peña del vecino Café de París, integrada por periodistas, escritores, actores y algunos reporteros como Sagarra, Josep Gaspar y Torrents. Els Quatre Gats aún conservaba el carácter de local amplio y lujoso, que en otro tiempo admiró a Rubén Darío, fascinado por los “diluvios de café” que se servían en sus veladores. Pero la Peña más vigorosa fue la ya mentada del Ateneo. Gobernada con mano firme por Quim Borralleres, la integraban Josep Carner, Doménech i Muntaner, Pere Corominas, Joan Maragall, Cortada, Frederic Rahola, Carles Riba, Francesc Permanyer, Ignasi Iglesias, Eugenio d´Ors, Josep Pla, Josep Maria de Sagarra y Gabriel Alomar.
Ilustre filólogo e historiador, colaborador de Menéndez Pidal y persona cercana al krausis- mo, Américo Castro fue uno de los grandes pensadores españoles de su tiempo. Retrato de autor desconocido. Hacia 1930 (Colección particular)
 Cuatro escritores célebres, a los que sólo les unía su origen gallego: Otero Pedrayo, Rafael Dieste, Vicente Risco y Julio Camba. Retratos de KSADO, Jaime PACHECO y COMPAÑY. Hacia 1920 (MECD, AGA, Fondo MCSE)





























































































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