Page 305 - El rostro de las letras
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    288 LA MÁSCARA DE LAS LETRAS
  despacho, con su inevitable boquilla, junto a su mujer y sus hijos, que para amansarle, interpretaban cosas de Mozart en el piano;
las imágenes bucólicas de Apel-les Mestres, que tomó el reportero catalán Balell, que alguna vez sorprendió al grande hombre en el automóvil de Ramón Casas, que conducía el propio pintor; las escenas que registró Vilaseca en el domicilio de José López Silva, el lla- mado cantor del pueblo madrileño, rodeado de la devoción de sus hijos, dos niños que acababan de abandonar la cuna; la fotografía del gran Campúa de Eugenio Sellés en el refugio de su hogar, junto a su hija, que se publicó en los medios de Prensa Gráfica en los pri- meros del siglo XX; los reportajes de Luis R. Marín y Julio Duque del postrer viaje de los restos de Ángel Ganivet, con ocasión de su traslado a España, en 1925; o, en fin, la escena luctuosa tomada por el fotógrafo Bienvenido Arenas, que nos muestra al poeta Sal- vador Rueda de cuerpo presente en su casa malagueña, de vuelta ya de sus triunfales singladuras por el mundo. De Mariano de Cavia se conocen numerosas fotografías, desde las que le muestran
Hay en la vida de Manuel Bueno lances bastantes para escribir una gran novela
de aventuras. Aunque los que le han leído aseguran que era un narrador estimable, hoy sólo se le recuerda por haber protagonizado el infortunado incidente que dejó manco a Valle- Inclán. Retrato de Miguel RENOM, hacia 1910 (MECD, AGA, Fondo MCSE)
Antes del éxito de su célebre Juan José (1895), Joaquín Dicenta fue uno de los capitanes de la bohemia madrileña. Según
Pío Baroja, tenía un fuero especial para hacer lo que le diera la gana, “y todo el mundo le trataba como si fuera un fetiche”. Este retrato lo tomó Manuel COMPAÑY hacia 1900. (MECD, AGA, Fondo MCSE)




























































































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