Page 306 - El rostro de las letras
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LA MÁSCARA DE LAS LETRAS
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  saliendo de la niñez, hasta las que tomó de él Salazar en el parque del Oeste de Madrid. Una de ellas nos lo muestra ya septuagena- rio, con la salud arruinada por el alcohol y la mala vida, auxiliado por su fiel escudero, que le transportaba por toda la ciudad en
el ingenioso vehículo de ruedas, que tan popular se hizo entre
los madrileños. En todos sus retratos descubrimos su imagen de hombre muy de fin de siglo, mordaz, agresivo y epigramático. Según Antonio Espina, que le conoció bien, Cavia no le caía bien
a nadie, por misógino, borde y “bebedor empedernido hasta la ci- rrosis”. Los retratos literarios que de él nos han dejado Pío Baroja y Cansinos Assens son demoledores. “Cavia –escribió don Pío– es un tipo chillón, procaz, que arma escándalos por todas partes e insultaba a la gente. Como Dicenta, tenía fuero especial para hacer lo que le daba la gana”. Quizá de ahí el aire resabiado de su gesto, que registraron los fotógrafos, que contrastaba con la prosa rela- mida y maliciosa de sus célebres Chácharas, que publicaba en El Imparcial, que tenían seguidores fervorosos. De su misma cuerda
De Ángel Ganivet se conservan pocos retratos. El más conocido es el que tomó el maestro NYBLIN en Helsinki, que es el que más le gustaba al escritor, 1895. Sí han quedado, en cambio, numerosas fotografías del traslado
de sus restos a España, recibidos por grandes multitudes. El reportaje que publicó Blanco y Negro muestra el homenaje que le tributó la Universidad Central de Madrid. 5 de abril de 1925 (Real Academia Española)



























































































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