Page 303 - El rostro de las letras
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    286 LA MÁSCARA DE LAS LETRAS
  de Ruiz Contreras, un hombre de malas pulgas al que Martí y Roca retrataron en épocas distintas, de joven militar y ya en el otoño de
su vida con su solideo de padre de la Iglesia y su barba y sus melenas en coup de vent, en los años en que se peleaba con todo el mundo; las imágenes de Joaquín Dicenta, abundantes desde el triunfo de su Juan José, que reflejan al hombre recién llegado de la bohemia, aun- que su mirada arrogante y descreída reflejaba aún su antigua leyenda de persona dada a los alcoholes, pendenciera y boquerona.
Sorprendentemente, algunos de los mejores retratos que conocemos son de escritores hoy casi olvidados, como Manuel Ciges Aparicio, del que han quedado abundantes imágenes, algunas excelentes, que muestran su estampa, como de bohemio triste o conspirador nihi- lista salido de una novela de Dostoievski. De sus remotos días de juventud es un retrato magnífico tomado por un fotógrafo parisino, que certifica el prestigio de su barba negrísima y su tipo de profesor de moral con el que le conoció Gómez de la Serna. Una estampa muy
CORTÉS. Alejando Pérez Lugín alcanzó gran notoriedad en su tiempo, gracias al éxito de La casa de la Troya (1915), un retrato estomagante de la vida universitaria de su tiempo. Hacia 1910 (Academia Española)
José María Gabriel y Galán llegó tarde a la literatura y aunque pocos le tomaron en serio, las gentes sencillas y los escolares
de toda España se sabían sus versos de me- moria. Retrato de Venancio GOMBÁU. 1897 (Archivo Monasor)




























































































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