Page 292 - El rostro de las letras
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LA MÁSCARA DE LAS LETRAS
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  un pie ya en el sepulcro, lejano y ensimismado, vencido por el abati- miento y la melancolía.
A Jacinto Benavente (Madrid, 1866-1954) le agradaba la cercanía de los fotógrafos, desde el día en que su padre le llevó, siendo un niño, al estudio de Eusebio Juliá. Era ya el dramaturgo persona elegante
y refitolera, de maneras delicadas, mirada atenta, cuidada perilla y bigote mefistofélico, que antes de tomarle el pulso a las calles y los salones de Madrid, se había oreado ya por Francia, Italia, Inglate- rra y Rusia. Las fotografías nos lo muestran sonriente en los cafés, compitiendo con los cómicos en los teatros, disfrazado de cualquier cosa cuando encontró ocasión, o leyendo en la misma cama en que le sorprendió Alfonso en el verano de 1930, ya anciano, con elegante
Retratos de Jacinto Benavente tomados por CAMPÚA –a la izquierda– y Ch. FRANZEN, en los primeros años del siglo XX. (Museo Nacio- nal del Teatro. Almagro)





























































































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