Page 171 - El rostro de las letras
P. 171

    154 LA APOTEOSIS DE LOS CAFÉS
  Gasset a la peña de la Revista de Occidente, integrada por Ramón Carande, Ramón de Basterra, Luis Olariaga y Gómez de la Serna. Levantaban el campo temprano, hacia las nueve de la noche, porque ya se sabe que era Ortega hombre ordenado, al que gustaba tomar la sopa en familia. Cuando el filósofo se retiraba, entraba Valle-Inclán con los suyos. Gómez de la Serna recordaba al maestro inmerso en su propio discurso, a pesar de la inquietante vecindad de la turba de politicastros y mantenidas. “Don Ramón –escribió– se sentaba de través, como defendiendo con el hombro el brazo sano; miraba con mucha valentía, pero de soslayo, y se veía que le pesaban los pensa- mientos”. Y así lo retrató el fotógrafo Moreno, sosteniendo con su mano derecha la manga fofa de su brazo impar.
En los umbrales del siglo XX, las vanguardias literarias, tan fugaces como la fama de sus protagonistas, buscaron nuevos cobijos, como el Café Colonial de la Puerta del Sol. “¡Noches del Colonial! –escribió Cansinos Assens–. Noches de aturdimiento, de embriaguez egolátri- ca, de sueños quiméricos, en que ya se cree tener en las manos la glo- ria y el amor, y de donde se sale al alba, a la luz cruda del amanecer, con el corazón nostálgico y desilusionado”. Hostigado en todos los locales de moda por los que envidiaban su talento, se mudó Cansinos
Valle-Inclán Don Ramón del Va- lle-Inclán se sentaba de través, como defendiendo con el hombro el brazo sano; miraba con mucha valentía, pero de soslayo, y se veía que le pesaban los pensamientos.
RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA
ZAPATA. Ramón del Valle-Inclán en su tertulia del café El Gato Negro. Madrid. 1920 (Colec- ción particular)





























































































   169   170   171   172   173