Page 28 - Perú indígena y virreinal
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 Paseo de Aguas de Lima o «Nabona»
siglo XVI estaba en la sierra, sin embargo por su estratégica ubicación estaba destinada a ser la cabeza del rei- no. Como muy acertadamente observó Jorge Basadre, en su estudio La multitud, la ciudad y el campo en la his- toria del Perú (Lima, 1929), el Cuzco había tenido hasta entonces mayor contacto con todas las regiones del país. Pero las ciudades-capital o metrópolis nacen y crecen bajo el signo del poder político y esta particularidad es su grandeza y a veces la gran generadora de sus problemas tanto demográficos como de ecología urbana, de carácter social y económico.
El esplendor, la leyenda y la imagen favorable de Lima comienza desde su fundación. Según Cieza de León, que decía que para «pasar la vida humana, cesando los escándalos y los alborotos y no habiendo gue- rra», Lima era verdaderamente «una de las buenas tierras del mundo, pues vemos que en ella no hay hambre ni pestilencia, ni llueve ni caen rayos ni relámpagos ni se oyen truenos, antes siempre está el cielo sereno y muy hermoso». Además, encontraba que los españoles habían construido «muy buenas casas y algunas muy gala- nas». La arquitectura doméstica de la Ciudad de los Reyes, desde un primer momento recibió alabanzas, de for- ma que a don García de Mendoza, en 1590, le parecía «otro Madrid», aunque el inca Garcilaso de la Vega, naci- do en el Cuzco, encontrase que Lima «mirada desde lejos es fea porque no tiene tejados por no llover» y «se cubren con esteras de paja y barro». Las excelencias y los méritos de la ciudad fueron prodigados tanto por los limeños como por los viajeros. «Lima, quien no te ve no te estima» es una frase repetida, lo mismo que lo es la apología de su clima de «eterna y continuada primavera». La construcción de sus innumerables iglesias y monasterios —fue una típica ciudad conventual— suscitó versos como los de Antonio Oviedo y Herrera, conde de La Granja, que en el siglo XVII encomiaba la opulencia y la eminencia de los magníficos templos barrocos, de los cuales sus fachadas y «cada cúpula es esfera breve / Adonde el sol su eclíptico eterniza / tíñese en llama el cándido relieve / Y en sus molduras resplandores riza: / Hipdrópico fanal sus rayos bebé».
Las principales loas y los más entusiastas panegíricos de la ciudad de Lima han sido recopilados por Raúl Porras Barrenechea, en su reeditado libro Antología de Lima: el río, el puente y la Alameda. En el siglo XIX la Ciu- dad de los Reyes, con la obra literaria del francés Prosper Mérimée, al contar los amores del virrey Amat con la famosa cantante limeña la Perrichola, en la pieza La carroza del santísimo Sacramento (París, 1830), alcanzó una fama internacional. Dentro del Perú y de la literatura hispana, las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma, durante la segunda mitad del siglo XIX alimentaron la leyenda del Perú criollo, una especie de Arcadia feliz y sin problemas. El olvido de las tensiones existentes entre amos y siervos, de las miserias y de los conflictos latentes de orden racial, de las luces y las sombras que comparte una sociedad estamental y colonial, han hecho que se crease una mitología adormecedora denunciada en el opúsculo Lima la horrible (México, 1964), de Sebastián Salazar Bondy.
La fundación de Lima, desde el punto de vista de la morfología urbana de los espa- ñoles en América, es la culminación de un proceso de regularización de la planta ortogo- nal en damero o tablero de ajedrez. Entre la ciudad de Santo Domingo en la isla La Espa- ñola, con sus calles trazadas a cordel en 1497, cortadas perpendicularmente en cuadrícula aún imperfecta hasta el trazado de Lima, en 1535, hay un largo proceso que, pasando por Santa María del Darién y Panamá, culmina precisamente en las nuevas poblaciones de planta regular como la ciudad para españoles de Puebla de los Ángeles, en México, de 1531. Siete años antes, en 1524, había sido fundada en Nicaragua la ciudad de Santiago de los Caballeros de León, conocida actualmente como León Viejo, ya con un damero perfecto, tal como hoy se puede comprobar después de las excavaciones que personalmente llevé a
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   LA DIVERSIDAD DEL TERRITORIO Y LA ARQUITECTURA [ 35 ]




























































































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