Page 105 - Perú indígena y virreinal
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Sorbona, y en el género historiográfico descollaron los cronistas de convento (Calancha, Córdoba Salinas, Menéndez, Vázquez). La galería de los científicos incluye a Francisco Ruiz Lozano (Tratado de cometas), al capi- tán Juan Vázquez de Arce, ilustrador de la obra de Galileo, al agustino fray Jerónimo de Villegas, autor de los planos del puente sobre el río Rímac, y al cosmógrafo mayor, el belga Jean Raymond Coninck, que diseñó la muralla levantada en 1685.
La afición de los limeños a los espectáculos teatrales fue verdaderamente arrolladora, pues no sólo se ofrecían funciones públicas (en la festividad del Corpus Christi) y en el corral de comedias, sino privadas en el palacio del virrey y en las residencias de vecinos eminentes. Se representaba en los escenarios comedias no sólo del repertorio clásico (Lope de Vega, Calderón de la Barca) sino también obras de ingenios locales: Cristóbal Palomeque compuso Varios sucesos de Lima (1622); Francisco Enríquez de Valdés, Antes que todos, mi amigo (1652); Juan de Urdaide, Amor en Lima es azar (1675), y Lorenzo de las Llamosas, la zarzuela También se vengan los dioses (1689).
EL REVERSO DE LA MEDALLA
Tantas bienandanzas y tantas muestras de opulencia, encarecidas a porfía por viajeros y espías, no podían seguir ocultas y pronto excitaron la codicia de las naciones envidiosas de la Monarquía española. Los corsarios y los piratas no cesaron de amenazar las costas cercanas: Spielbergen (1615), L´Hermite (1624) sitió El Callao y Sharp (1680) y Davis (1686) pusieron sobre ascuas a los limeños; en la primera ocasión fue santa Rosa la que intervino para disipar la congoja.
A las cuitas exteriores se sumaban los infortunios propios: terremotos (1609, 1630, 1647, 1655, 1678 y, el más devastador de todos, en 1687), enfermedades endémicas —malaria, difteria (garrotillo), sarampión, tifus (tabardillo), viruela— esterilidad de la campiña...
Al ocuparse de la Lima del siglo XVII no puede quedar entre renglones uno de los símbolos de feminil recato más representativos de la ciudad: la tapada, indumentaria de raigambre árabe que perduró hasta media- dos del siglo XIX, a despecho de prohibiciones eclesiásticas y gubernativas.
Por contera, los personajes inevitables en una corte: los bufones, Cristobalote, Pío V, Bola de hierro, Bogoviche y el hazmerreír don Juan Manrique de Lara, enano que armado de lanza, adarga, manopla y morrión, salió a desafiar a los que negasen la Concepción Inmaculada de María.
BIBLIOGRAFÍA
Lohmann Villena, 1992, pp. 87-149; López de Caravantes, 1632, pp. IX-CXXIV; Medina, 1904; Mugaburu [1694], 1917 (ed.); Suardo [1639], 1936 (ed.); Var- gas Ugarte, 1959, pp. 258-332.
[ 112 ] GUILLERMO LOHMANN