Page 94 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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8 Azaña, Manuel, “Nota sobre un bai- le español”, El Imparcial, 5 de febrero de 1920, OC, vol. 1, pp. 623-625.
9 Rivas Cherif, Cipriano de, Retrato de un desconocido, Madrid, Grijalbo, 1981 (2a ed.), p. 94. Ramón Gómez de la Serna dedica uno de los capítu- los de su libro Ismos (1931) al “Lho- teísmo”.
10 Cipriano de Rivas Cherif había pu- blicado en La Libertad (2 de marzo de 1920) un artículo titulado “Da- dá” en donde podía leerse: “Dadá no es otra cosa que la manifestación exterior de un estado de ánimo emi- nentemente juvenil e intelectualista. Su negación suprema es el punto de intersección de las estéticas cubista y futurista, hijas del simbolismo y, co- mo tales, rebeldes a sus normas. El humorismo, la brevedad elíptica, el espectáculo cinematográfico de la vida cuotidiana, son los caracteres generales del arte modernísimo en ebullición”.
11 Azaña, Manuel, “La temporada tea- tral”, El Imparcial, 17 de abril de 1920, OC, vol. 1, pp. 641-643.
12 Azaña, Manuel, Carta a José María Vicario (París, 26 de noviembre de 1919), OC, vol. 1, pp. 857-858.
13 Azaña, Manuel, “Dos palabras que no están de más”, La Pluma, 1 (ju- nio de 1920), pp. 1-2.
El sombrero de tres picos de Manuel de Falla, con decorados de Picasso. En su crítica del espectáculo deja constancia de la sorpresa del público fren- te a los telones de Picasso, pues “el cubismo es todavía, oficialmente, cosa de locos o de fumistas; por eso, una decoración cubista en la Ópera es un atrevimiento más escandaloso que el del espectador que se atreviera a sentarse en las butacas del teatro en mangas de camisa”8. En su biografía de Azaña, cuenta Cipriano que, durante un paseo por las galerías de arte de Montmartre, que vendían a los pintores cubistas, una anciana que se ocupaba de una de ellas les dio una razón para el éxito de esta “nueva pintura”. Como los cuadros se parecían mucho unos a otros, los dos amigos no encontraban explicación para que los de André Lhote se ven- dieran más. La anciana les respondió que eso se debía a que Lhote, ade- más de pintar, “escribía”9.
Poco antes del regreso a Madrid, Azaña envía un artículo a El Imparcial sobre la decadencia del teatro francés y sus renovadores10, en el que deja un testimonio del primer espectáculo dadaísta celebrado en París:
Para que la información del lector sea completa, no olvidaré los “espec- táculos-conciertos” de Jean Cocteau y sus amigos los músicos novísi- mos, ni la aparición del movimiento dadá en el teatro. Anoche mismo los dadaístas nos han obsequiado con las primicias de su producción dramática. Después de oír el Manifiesto caníbal en la oscuridad, repre- sentaron La primera aventura celeste del señor Antipirina, El canario mudo y otras muestras de su antiliteratura. Ya contaremos lo que esto fue, si es que antes no los matan o no llega a ser una pesadez prestar atención a estos simpáticos muchachos11.
Desde París, Azaña había escrito a su amigo alcalaíno José María Vicario: “Hoy por hoy, lo que yo quisiera hacer en caso de verme obligado a resi- dir en Madrid, sería fundar un periódico titulado el Anti-Todo, que se publicase cada media hora, para recoger los latidos de la aversión univer- sal”12. Con más humor que convicción, Azaña hace guiños a un nihilismo que le es ajeno, pero con el que expresa su cansancio de la vida política española y su decepción con Francia, promotora de una paz que llegaba envenenada.
No fue el periódico el Anti-Todo sino el proyecto de publicar la revista lite- raria La Pluma lo que Azaña y Rivas Cherif traen de París; una revista que se inspiraba en la “llamada al orden” que alentaba la corriente neoclasicista que comenzaba a abrirse paso en la cultura europea. En el editorial del primer número de La Pluma, de junio de 1920, se aseguraba que la revista quería ser “un refugio” para “la vocación literaria” de un “corto número de escritores que, sin constituir escuela o capilla aparte, están unidos por su hostilidad a los agentes de corrupción del gusto y propenden a encontrarse dentro del mismo giro del pensamiento contemporáneo”13.
manuel azaña y las vanguardias 93