Page 199 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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a la imprenta su primer libro, titulado Estudios de política francesa contem- poránea. La política militar, estudio que constituyó una de las razones para que, proclamada la República, este intelectual se encargara del Ministerio de la Guerra, en el que realizó, como es sabido, una gestión reformadora que puede calificarse de histórica. Cultivó Azaña otros muchos temas de actualidad y, en los primeros años veinte, hasta que el régimen primorrive- rista lo dificultó, publicó copiosos comentarios de política y cultura en las páginas de La Pluma (entre 1920 y 1923) y España (entre 1920 y 1924), revistas de las que fue activo redactor y en algún tiempo director. Allí po- demos encontrar reveladores y tempranos pronunciamientos suyos contra la pena de muerte o en pro del sufragio femenino.
En esos análisis periodísticos del presente abundaban las alusiones a un pasado bien documentado. Es el caso de los diez artículos que, bajo el títu- lo “Memorial de guerra. Glosas al libro del general Berenguer”, publicó en España, entre julio y septiembre de 1923, acerca del libro autoexculpatorio de Dámaso Berenguer Campañas en el Rif y Yebala, 1921-2: Notas y docu- mentos de mi diario de operaciones. Partiendo del comentario de esta obra, Azaña construyó un grave alegato contra la acción militar en Marruecos, en coincidencia con la investigación parlamentaria de sus desastres, incrus- tando punzantes comparaciones con “las campañas del siglo xvi para redu- cir a los moriscos de las Alpujarras”. Encontramos aquí una nueva muestra de su familiaridad con fuentes históricas, sobre todo en este caso la Guerra de Granada hecha por Felipe II de Diego Hurtado de Mendoza (1627); y don Manuel encomia, de paso, la calidad literaria de esta obra, en contras- te con la mediocridad estilística que atribuye a Berenguer. En el artículo correspondiente al 28 de julio de 1923 leemos:
En la guerra de las Alpujarras y en su riguroso corolario, la expulsión de los moriscos –tan ensalzada por la propaganda– culmina una polí- tica de la que aún somos prisioneros. Cabalmente, lo que se ventila en nuestro problema marroquí es la subsistencia o la caducidad de los valores creados hace siglos por los dueños de España, que administran su historia.
En el último artículo de la serie, fechado el 15 de septiembre y que quedó inédito por el establecimiento de la Dictadura, tenía escrito Azaña a pro- pósito de la gravitación del Protectorado marroquí (establecido en 1912) sobre los asuntos españoles: “Podrá ser que algún día, si al fin se dejan, los protejamos. Hoy no los protegemos contra nada, ni siquiera contra noso- tros mismos, y desfogamos en aquellas tierras una cólera homicida. Y lo que es influir, ciego estará (ciego de soberbia), quien no advierta que los moros influyen en España mucho más que los españoles influimos en Marrue- cos”7. Pesada gravitación sobre la que, diez años después, el 4 de enero de 1933, haría en su diario una anotación casi premonitoria: “Esto de Marrue- cos es el talón vulnerable de la República”.
7 Azaña, Manuel, OC, vol. 2; las citas de los artículos mencionados, en pp. 199 y 221.
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