Page 197 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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efecto, el criterio cronológico más extendido entre los historiadores actua- les. Es ese amplio siglo el marco de varios escritos de Azaña, amén de la novela histórica Fresdeval, que dejó inconclusa al proclamarse la República, y de algunas traducciones, entre ellas la de La Biblia en España, de George Borrow, acompañada de un estudio introductorio que recogió en el artícu- lo “Peregrinos curiosos”, publicado en La Pluma en septiembre de 1920.
Su aportación histórico-literaria más reconocida fue Vida de don Juan Va- lera, que, aunque obtuvo el Premio Nacional de Literatura de 1926, no fue editada, si bien el autor dio a la imprenta, entre 1926 y 1929, varios frag- mentos reelaborados de la obra. El escritor y diplomático cordobés (el cen- tenario de cuyo nacimiento, en Cabra, se conmemoraba en 1924) y el al- calaíno tenían en común tanto la ocupación conjunta en literatura y política como la afición por la historia. Menos linajudo y escéptico que su biografiado, Azaña compartía con él talante crítico, brillantez dialéctica y gusto por el idioma. Una ilustración de lo que podemos denominar su pincelada docta es el cuadro político-territorial que Azaña traza al presentar la estancia de Valera en una Italia aún no unificada. El estilo puede resultar un poco rebuscado, pero el tino histórico es evidente:
En el sur, la tiranía borbónica; en el estado romano, la teocracia inepta, agravada por la reacción de los sanfedisti (gemelos de los apostólicos españoles) durante el reinado de León XII y de Gregorio XVI; los pe- queños ducados, de régimen policíaco; el despotismo más suave en Tos- cana; allende el Po, los dominios austriacos, ominosa prenda de la in- tromisión secular del imperio, y al borde del mar ligur el rey subalpino, jefe de la sola dinastía con ambición nacional, próxima a campear por la independencia. Así estaba, al desembarcar Valera en Nápoles, la bella península, repuesta en su esclavitud por los tratados de 1815.
En el marco de su temprana oposición intelectual a la dictadura, Azaña rea- lizó una crítica del regeneracionismo de Joaquín Costa y de la generación del 98 por su falta de propuestas políticas claras, y comentó la involución ideo- lógica de algunos de sus componentes, en particular de Ramiro de Maeztu. Lo hizo en cuatro artículos publicados en la revista España entre octubre y diciembre de 1923, reunidos luego en Plumas y palabras con el título de uno de ellos: “¡Todavía el 98!”. Habitualmente atento a situar los asuntos de Es- paña en un contexto más amplio, advertía Azaña que, en el tema de la deca- dencia nacional, “una ligera excursión por las literaturas contiguas a la nues- tra probaría tal vez que su caso fue mucho menos nacional de lo que ellos pensaron”. En uno de esos artículos, titulado “Al pie del monumento de Cartagena”, a propósito del desconocimiento de la realidad con que la opi- nión pública española abordó la crisis colonial de 1898 y del desengaño que produjo su resolución, volvió al tema de la mitificación histórica y la deficien- te enseñanza escolar: “Parecía que los españoles vomitaban las ruedas de mo- lino que durante siglos estuvieron tragando”, comentaba nuestro autor, para
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