Page 102 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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43 Azaña, Manuel, “Madrid, 1927”, 30 de mayo, OC, vol. 2, p. 1037.
44 Fernández Almagro, Melchor,
“Función de ‘Caracol’ en la Sala Rex”, La Voz, 26 de noviembre de 1928.
45 Díez-Canedo, Enrique, “Informa- ción teatral”, El Sol, 1 de enero de 1929.
46 Azaña, Manuel, “Cuaderno de no- tas [1929]”, OC, vol. 7, p. 572.
47 Este texto se publicó en la revista Madrid: Cuadernos de la Casa de la Cultura, 1 (febrero de 1937), pp. 5-12.
48 Azaña, Manuel, “Cuaderno de no- tas [1929]”, OC, vol. 7, p. 573.
malsana cólera y trazado un programa, en el cual figura el proyecto de apedrear la casa de Valle-Inclán. Como la casa no es suya, supongo que la amenaza no le dará cuidado. Gerardo Diego ha enviado una lata de zotal a Valle, para que se desinfecte las barbas; un puñado de alfalfa a Astrana Marín, y unas herraduras a García Soriano, que, por lo visto, también se han manifestado poco amigos de Góngora. Gerardo Diego es un hombre poco atrayente. Sus amigos dicen que es muy fanático. Tiene un hermano jesuita. Lo que ha hecho con Valle es una tontería. Entre las conmemora- ciones de Góngora se cuenta una misa que estos mismos jóvenes han man- dado decir y que han oído devotamente. Eso hace la Academia con Cer- vantes. Me parece a mí que lo mejor de Góngora no sería el decir misa43.
Azaña volverá a encontrarse con el teatro de Jean Cocteau, que había visto en París en 1920, en una de las sesiones que, a fines de 1928, tienen lugar en el madrileño Teatro Rex, promovidas por el grupo Caracol (acrónimo de Compañía Anónima Renovadora del Arte Cómico, Organizada Libre- mente), fundado por Cipriano de Rivas. Se trataba del estreno de la obra Orfeo escrita por Cocteau, en versión de Corpus Barga. El papel principal de Orfeo lo interpretaba el propio Cipriano, “animoso, diligente, alegre, entusiasta”, promotor de “un escenario que sirva de laboratorio a curiosas experiencias teatrales”44. En ese ciclo de sesiones del grupo Caracol, que habían empezado con una conferencia de Azorín, va a impartir Azaña una conferencia sobre la novela Asclepigenia de Juan Valera, con una puesta en escena de la misma obra. En su crítica, Enrique Díez-Canedo hace una comparación entre las obras de Valera y Cocteau:
Oyendo Asclepigenia, pensábamos, no obstante, que entre su traviesa compostura y la fantasía modernizante de Jean Cocteau, en Orfeo, repre- sentado hace poco por los mismos actores, no media una enorme distan- cia. La estampa es en todo distinta, opuesta, si se quiere. La profundidad de concepto, diversa también. Pero hay, en una y otra, una nobleza de materia y una elevación de parodia que se dan la mano a través de los tiempos; cada una retrata con rasgo certero una faz del suyo propio45.
El año 1929, en que se casa con Lola de Rivas, su “cuaderno de notas” está plagado de reflexiones literarias. En estos apuntes se ve cómo Azaña va perfi- lando el sentido de su escritura: “escribir –dice– es una operación del entendi- miento. Lo mismo si va a expresarse con palabras una abstracción, que a repre- sentarse lo sensible”46. Después de esa anotación, al contar un problema de composición literaria (probablemente del Viaje de Hipólito47, que está redactan- do en esas fechas y que tanto gustará a Antonio Machado), hará una referencia a las teorías de Freud. Cuenta que, ofuscado por no encontrar la respuesta idónea a un escrito, quiso salir a dar un paseo y, al atarse los zapatos, le llegó la solución: “no soy lo bastante moderno para preguntar a Freud qué significa el dar un lazo al cordón de los zapatos, por más que alguna analogía se descubre, aunque solo sea verbal, con el lazo de la dificultad en que yo estaba preso”48.
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