Page 104 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
P. 104
51 Azaña, Manuel, “Madrid 1932”, 1 de julio, OC, vol. 3, p. 1019.
52 Azaña, Manuel, “La Pobleta, 1937”, 22 de junio, OC, vol. 6, pp. 345- 346.
53 Ibídem.
54 Con las palabras citadas por Azaña
comenzará Machado su intervención en el Congreso de Intelectuales An- tifascistas celebrado en Valencia en 1937.
55 Azaña, Manuel, “La Pobleta, 1937”, 22 de junio, OC, vol. 6, pp. 345- 346.
56 Ibídem.
una noche en que está solo trabajando en el ministerio, y piensa que los que vean la luz encendida se preguntarán: “¿Qué está haciendo el dictador? ¡Alguna cosa terrible! –ironiza–. Simplemente divagar y alegrarme de estar solo, que es todo mi festejo”51.
A la altura de abril de 1937, en plena guerra civil, Azaña finaliza la redac- ción de La velada en Benicarló, que será su regreso a la ficción y que se convertirá en su testamento político y literario. En junio de ese año recibe a una comisión de jóvenes poetas, redactores de la revista Hora de España, encabezados por León Felipe. En el Cuaderno de la Pobleta (que de todos sus diarios es el más trabajado por Azaña y el que más cerca estuvo de haber publicado en vida), escribe, a cuenta de esa visita, una reflexión sobre la literatura y sus nuevas formas de expresión en tiempos de guerra:
Algunos se esfuerzan en componer y declarar la teoría moral de esta guerra del pueblo. El estilo nuevo (relativamente) de hacer versos se había abierto poco camino entre el público lector, y es todavía menos a propósito para llegar al corazón de las muchedumbres. Si es que verdaderamente se lo proponen. En nuestro tiempo, se concibe mal que la gran masa del pueblo vaya al combate templada por los acentos de una lira52.
Como había hecho durante la Gran Guerra, vuelve a negar el valor literario a un conflicto bélico: “Influencia de la guerra en las artes: desastrosa por el momento, porque las suprime. Solamente unos cuantos poetas trabajan, y en peligro de contaminarse de las proclamas”53.
Y tercia en el debate sobre “la independencia del arte” y “el arte al servicio del pueblo”, recordando lo escrito en la misma revista por Antonio Macha- do54: “Opinión sensata de Machado: ‘Se escribe para el pueblo cuando se escribe como Cervantes, Shakespeare, Tolstói’”55. Apuesta por la indepen- dencia de la creación artística, pues “la obra de arte, conseguida, tiene por sí un valor propio, y no es mejor ni peor en razón de los fines, ajenos a la expresión artística, perseguidos en ella, por muy aparentes que estén y por muy directa y exclusivamente que se hayan buscado. Ningún movimiento pujante, victorioso, que se apodera de la dirección de una sociedad, deja de pretender que el arte se le subordine. Cuando lo consigue, por disciplina, los artistas viven y el arte se muere”56.
A pesar del desdén y del paternalismo que hay en su consideración de las nuevas estéticas, Azaña no renunció a la amistad de personas que se movie- ron cómodamente en ese ámbito. Hizo todo lo necesario para preservar su independencia creativa y su libertad de juicio, pero supo lo que opinaban estos jóvenes innovadores, aunque a veces fuera para dejar un trallazo en sus diarios que, por otra parte, hoy podemos leer pero que nunca sabremos si los habría publicado ni cómo.
manuel azaña y las vanguardias 103