Page 77 - Intermedios
P. 77

ron comedia, drama, pantomima, zarzuela, sainetes, autos, juguetes y teatro poético. Se abrieron las puertas a autores nuevos que eran rechazados por los demás empresarios por no ajustarse a los cánones con que se venía rigiendo el teatro del momento. Así, en el Eslava se estrenaron obras de Bernard Shaw, Barrie, Ibsen, Leroux,... y autores clási- cos como Shakespeare, Molière, Goldoni, Zorrilla, Moreto,... y las primeras obras de jóvenes autores españoles como el histórico y escandaloso estreno en 1920 de El malefi- cio de la mariposa de Federico García Lorca, con la intervención especial de Encarnación
López, “La Argentinita”; el hijo pródigo, de Jacinto Grau y obras de Manuel Abril, Tomás Borrás, Felipe Sassone, Concha Espina, Vidal y Planas, etc.5 Aunque sus mayores éxitos de taquilla fueron obras de Alexandre Dumas (La dama de las camelias,1917); Henrik Ibsen (Casa de muñecas, 1917); Carlos Arniches (La chica del gato, 1921); Eduardo Marquina (el pavo real, 1922); Pedro Muñoz Seca (Las hijas del rey Lear, 1923) o Luis Fernández Ardavín (La estrella de Justina, 1925). Otro de los propósitos de la compañía era poner en escena gran parte de la producción dramáti- ca de Gregorio y María Martínez Sierra como
Madame pepita (1916), La adultera penitente (1917), el corregidor y la molinera (1917), teatro de los Niños (1919),Don Juan de España (1921) o Canción de cuna (1928).
uno de los grandes logros del Teatro Arte fue, sin duda alguna, la renovación esceno- gráfica y del vestuario teatral. La esceno- grafía dejó de ser algo accesorio que servía para adornar las obras, según la concepción realista del uso, y se convirtió en elemento indispensable de cada puesta en escena. En este sentido, Gregorio ya había hablado de la importancia de la pintura como expresión dramática: “Teatro y Pintura, formas de arte mucho más hermanas de lo que parece; artes las dos de representación, de visión; triunfo ambas del intrincado y sutil artificio que hace de la inmovilidad, movimiento; de la línea, palabra; del gesto, elocuencia; de la proporción, emoción”6. Para este empeño innovador, Gregorio Martínez Sierra contó con los trabajos de artistas brillantes y originalísimos como Amorós y Blancas, Brunet y Pons, Junyent, Mignoni, Bartolozzi, José de Zamora, Emili Ferrer y, ocasionalmente, con Rafael Pena- gos, Mauricio Vilumara y Santiago Ontañón; pero los tres colaboradores habituales, que lograron una renovación absoluta de la estética teatral, fueron el alemán Sigfri- do Burman (introductor en España de las teorías de Reinahardt sobre la división del escenario, mediante plataformas y escale- ras), el uruguayo Rafael Barradas y el catalán Manuel Fontanals7. Fueron los verdaderos artífices de transformar la labor escenográfi- ca “un medio muy atrasado, en que todavía era el decorado realista, zarzuelero, el ideal de auto- res y empresarios, y la sastrería perfecta, la que podría presentar en cada traje la mayor canti- dad de lentejuelas”8.
La empresa del Teatro del Arte, en su senti- do de perfección en la puesta en escena, se resume en unas breves líneas tomadas del propio Gregorio, “escaparate y espejo de moda queremos que sea”. Y como no podía ser de otra manera, su primera actriz, Catalina Bárcena estuvo siempre muy pendiente de la moda e incluso fue toda una iniciadora de tendencias de su época. La artista viajó a París, cuna de la elegancia, y encargó un vestuario adecuado tanto para las obras de teatro como para la vida fuera de las
 CATALInA BÁRCEnA En EL RODAJE DE unA PELíCuLA. FOT. CECIL BEATOn. C.1931 MuSEO nACIOnAL DEL TEATRO, ALMAGRO.
75 intermedios
  



























































































   75   76   77   78   79