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espectro, en una puesta en escena diseñada por el pintor gibraltareño Gustavo Bacari- sas. Tras el exitoso estreno en París, Antonia Mercé estuvo ya siempre vinculada a esta brillante obra de Falla, que supuso en buena medida el punto de inflexión en su trayecto- ria hacia una etapa en la que se convertiría en la bailarina española más famosa en los escenarios mundiales.
Aquel estreno clave de Antonia Mercé cons- tituyó el empuje definitivo para que la coreó- grafa planteara la constitución de su propia compañía de ballet: los Ballets Espagnols. no era en absoluto mera coincidencia que su nombre estableciese un paralelismo con la más célebre agrupación de danza de prin- cipios del siglo XX, los Ballets Russes de Ser- guei Diaghilev, que habían logrado aunar el
legado popular ruso, presente en sus cuen- tos y leyendas, su imaginario visual y sonoro y la herencia de la escuela académica zarista, con las aportaciones de músicos, escritores y artistas de la vanguardia europea. A ape- nas dos años de que el proyecto de Diaghi- lev desapareciese tras el fallecimiento del empresario, eran múltiples las iniciativas que habían copiado la fórmula y la habían adaptado a otros ámbitos. De este modo, La argentina hizo lo propio “a la española” y buscó toda una serie de colaboradores en- tre los creadores más inquietos de las Ge- neraciones del 98, el 14 y el 27. En el plano musical, montó sus coreografías con otras piezas conocidas de Falla, así como de Enri- que Granados, Isaac Albéniz y Joaquín Turi- na, pero también encargó ballets a jóvenes representantes de la Música nueva, desde Ernesto Halffter a Gustavo Pittaluga, pasan- do por óscar Esplá y Gustavo Durán. Encar- gó decorados y trajes a consagrados artistas, bien conocidos en el medio parisino, como Federico Beltrán Massés y Ricardo Baroja, y a diseñadores experimentados, como Gustavo Bacarisas y néstor de la Torre, pero también apostó por nuevos nombres, como Salvador Bartolozzi, Mariano Andreu y Manuel Fontanals. Los animadores de sus grandes ballets y escritores de sus li- bretos, fueron literatos como Cipriano Ri- vas Cherif y Federico García Lorca.
En el repertorio de los Ballets Espagnols, que iniciaron su primera gira por Europa en 1927, se integraron piezas como el fandango de candil, Triana, En el corazón de Sevilla (Cuadro flamenco), Sonatina, Juerga y El contrabandista. Destacaremos, no obstante, el proyecto de un ballet cuya materialización estuvo llena de altercados: La romería de los cornudos. Esta
“...«máS ESPAñA» quE lA ESPAñA DE vErAS”.
         AnTOnIA MERCé, LA ARGEnTInA En “EL COnTRABAnDISTA” DE ESPLÁ. FOT. D’ORA (PARíS). 1928 MuSEO nACIOnAL DEL TEATRO, ALMAGRO.
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