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SEMANA TEATRAL
«LOS MEDIO SERES»
no es paradoja decir que si hemos de tener teatro de vanguardia habrá de ser cuando dejen de pretender hacerlo los vanguardistas; digan lo que quieran los teorizantes, en materia artística las obras maestras y, sobre todo, las que marcan horizontes nuevos, suelen tener en su fuerte espontaneidad una enorme canti- dad de inconsciencia; sus autores saben lo que hacen; pero no suelen darse cuenta del alcance de su obra, que brotó espontánea, por una reacción natural del espíritu contra los «moldes viejos» ó contra las fórmu- las envejecidas, y no fue -en la idea -, al menos, resul- tado de una elaboración ajustada á normas que, por ser tales, obligan al artista á no pasar de sus límites, y están destinadas también á envejecer.
Hace ya muchos años que Ramón Gómez de la Serna sintió, como todo escritor novel, el aguijón del estilo dramático; y es muy posible que sí ahora fuesen estre- nadas algunas de las obras que entonces escribió, fue- sen más del gusto del público que la estrenada ahora en el Alcázar.
unA ESCEnA DE LA FARSA DE RAMón GóMEZ DE LA SERnA, «LOS MEDIOS SERES», ESTREnADA En EL TEATRO ALKÁZAR. (FOT.CORTéS)
Ramón era entonces un revolucionario en plena flo- ración iconoclasta por un impulso interno; no había sentido aún, como siente ahora evidentemente, las responsabilidades de jefe de escuela ni el anhelo tan natural, lógico y plausible, de superarse á sí mismo co- tidianamente; y sus obras, por mucho que las privara la inexperiencia, tenían aún mucho para sorprender á las gentes con su originalidad y su atrevimiento.
La menos atrevida de todas, la que más parecía con- servar aún las huellas de la dramaturgia contra que
cierran los vanguardistas, fue ensayada, aunque, des- graciadamente, no representada, en el Teatro de Arte; porque, á pesar de todo, algo tenía digno de máxima atención; otras lo hubieran sido también si aquel tea- tro no hubiese muerto en flor. Comparándolas con los medios seres, nadie dejará de apreciar en aquellas una mayor espontaneidad y, tal vez con ella, un van- guardismo menos buscado (y aún quizás sería mejor decir menos rebuscado), y por esa misma razón más recio y para mí con mayor fuerza para convencer.
El vanguardismo de Los medios seres quizás no sea puramente externo; pero al vestir á sus personajes como los ha vestido, olvidando que «el hábito no hace al monje», Ramón Gómez de la Serna atrae demasia- do las miradas sobre lo superficial y hace, consiguien- temente, que no penetren en las almas. Las figuras pierden así la mayor parte de su dramatismo. En cier- to modo, Ramón Gómez de la Serna ha hecho ahora exactamente lo mismo que el pintor famoso del gallo más famoso aún... Ha puesto debajo de cada perso- naje: «Este es un medio ser.» ¿no hubiera sido mejor y menos complicado para el sastre haber pintado las almas actuando sin su complemento necesario?
Hay aún en Los medios seres otro elemento que ocul- ta poderosamente lo que más interesaría conocer: las almas y sus interreacciones; ese algo es el deseo de superación á que antes aludí. Gómez de la Serna— como antaño otros dramaturgos muy conocidos, y por esta parte no aparece tampoco una manifestación de vanguardia—se cree en el caso de que cada frase sea una sentencia»; y enhebrando greguería sobre grege- ría, llegar á producir una sensación de fatiga; es mu- cho una comedia para que toda ella pretenda tocar la mente de los espectadores sin darles un instante de reposo.
un libro, por largo que sea, no llega nunca á producir de un modo definitivo esa sensación, porque el lector puede abandonarle cuando el hastió llega, para re- cogerle nuevamente cuando el espíritu reposó. una comedia no permite eso descansos si no con los en- treactos, que, naturalmente, no tienen la oportunidad necesaria, y es necesario que el autor sepa producirles mediante episodios adecuados y oportunos.
Todo esto explica que Los medios seres no haya ob- tenido el buen éxito que hubiera sido de desear, y, lo que es más lamentable, que los espectadores, al salir del teatro, pensaran que habían oído una obra vulgar, presentada excéntricamente por afán de notoriedad. Ramón Gómez de la Serna podría contestar á este que á su obra le basta con ser suya para ser notoria; pero
quien le conozca sabe de sobra que siempre tiene la mirada en el más allá.
Los intérpretes de Los medios seres no se en- contraban, evidentemen- te, muy á su gusto en el traje con que el autor les había obsequiado; no po- dían ser naturales, cubier- tos por aquella duplicidad sistemática de colores, y tampoco podían ser abstracciones filosóficas envueltas por aquellas formas de líneas excesiva- mente vulgares. El empe- ño de interpretar la obra de Ramón Gómez de la Serna no era fácil...
Por algo dije, hace ocho días, que las Compañías vanguardistas necesitan una educación especial.
ALEJAnDRO MIquIS
Acertijo-jeroglífico
novejarque
¿En qué orden se han de leer estos fragmentos je- roglíficos para que expre- sen un proverbio?
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