Page 120 - Escritura experimental en España, 1963-1983
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Escritura ExpErimEntal En España, 1963-1983pequeña hoguera de las vanidades que consumía a los poetas concretos y visuales. Su adscripción a la experimentación es más bien tardía y se debe a la feliz inclusión de José Antonio Sarmiento en su antología sobre la vanguardia poética publicada en la revista francesa Doc(k)s.305Frente a la mayoría de los juegos formales con las palabras en los que se suele mover la poesía concreta, la obra de Eduardo Scala parece rodeada de un aura simbólica que tiene sus fundamentos en la Cábala, la alquimia, la mística, el Teatro de la Memoria y otros arcanos. No es necesario decirlo en ningún sitio, salta a la vista que se trata de una obra cifrada cuyos códigos no son desvelados por el autor, pero que permiten al lector interpretar al menos los primeros niveles de comprensión ya que en sus poemas no se ha perdido la relación de las letras con la palabra y esta muestra sin di cultad sus posibles signi cados.Para componer estas construcciones poéticas Eduardo Scala se sirve de sistemas que tienen su origen en el mundo grá co, como son los palíndromos, las simetrías, los acrós- ticos, los paralelismos o los laberintos, que combina con elementos propios de la retórica tradicional como son el calambur, el anagrama, el oxímoron, la dilogía o la aliteración.Eduardo Scala cultiva una escritura sintética y contenida que reactiva los signi - cantes grá cos y la experimentación lingüística, llevando la poesía concreta al minimalis- mo poético. La concentración conceptual de ese minimalismo sintético, en el que el autor resume una potente carga de conocimiento en una palabra, reclama un tipo de escritura demorada que desperdiga, ordena y reordena las letras que componen esa palabra hasta formar con ellas una imagen concreta que debería resumir el signi cado. En el caso de sus «retratos» debería resumir el carácter de los personajes nombrados, como si el nom- bre fuera la forja de la personalidad.La escritura de esas palabras tiene, al menos, dos momentos, uno inicial en el que el autor rotula y ensaya con su mano, escribiendo sobre el papel cuadriculado, que ejerce como un damero de ajedrez, los trazos de las letras, que se comportan como las chas, saltando de una cuadrícula a otra según las posibilidades que les conceden las leyes pro- pias del juego, hasta jar la forma.Pero hay un segundo momento en esa escritura que se produce cuando, ordenadas ya las letras y con gurado el retrato, hay que pasar esos trazos caligrá cos a caracteres de imprenta. Aquí la mano del autor tiene que dejar paso al intelecto del diseñador que elige tipos, selecciona tamaños, ubica posiciones, establece interlineados y determina escalas con el n de dotar de un nuevo sentido a la escritura. Lo que parece sencillo, cuando se tienen los poemas en las manos, es el producto de un particular cuidado en la edición que, en cuanto medio, aporta sentido al mensaje.Para Eduardo Scala la palabra es como un aleph en el que todo el universo ha que- dado sumido o resumido, para verlo, para desplegar ese mundo que permanece concen- trado en un punto (en una palabra o una letra) es necesario recurrir a las artes del espejo, a la simetría y al paralelismo, a la repetición, al tantra y a la mística.En muchos autores la forma es el n de la obra, en los poemas de Eduardo Scala la forma es un recurso topológico para plegar el mundo. La lectura de sus palabras no consiste en reconocer los signi cados que ofrece la sucesión de letras, sino en desplegar las letras.305. José Antonio sarmiento: «L’avant-garde poétique en Espagne (1963-1981)», Doc(k)s, n.o 50, 1982. 124