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El significado de Altamira Marco de la Rasilla Vives. Universidad de Oviedo
Altamira es un símbolo. Y un magnífico ejemplo de la ten- sión dialéctica producida du-
rante la génesis e implantación de la teoría de la evolución y el asiento epis- temológico de la Prehistoria.
Altamira es también una parado- ja al compaginar con denuedo lo subli- me y lo dramático. La visita de Marceli- no Sanz de Sautuola al Pabellón de Antropología de la Exposición Interna- cional de París en 1878 le hizo buscar materiales arqueológicos en la cueva y, tras hallarlos, los asignó al paleolítico según la información disponible. Así cuando se descubrieron las represen- taciones artísticas, consciente además del derrumbamiento que obstruía la entrada, actuó con toda lógica y las atribuyó a ese momento. Sin embargo,
la propia esencia del llamado evolucio- nismo lineal, el veredicto del paleontó- logo Edouard Harlé en su visita a la ca- verna en 1881 y la presencia en Santillana del Mar de Paul Ratier —un pintor protegido de Sautuola—, se confabularon para la emisión de una sentencia devastadora que supuso un poderoso lastre para el yacimiento y para la investigación prehistórica en general : las pinturas y grabados de Al- tamira no fueron hechos por los gru- pos paleolíticos, sino que fue algo rea- lizado en épocas recientes [ fig. 1 ].
Esto queda patente tras la pre- sentación pública de Altamira en el
FIG. 1
Cueva de las Estalactitas. Visita de Alfonso XIII en 1928.
Congreso Internacional de Arqueología y Antropología Prehistóricas celebrado en Lisboa en 1880, a partir del cual el tema quedó zanjado y en un profundo olvido hasta que desde 1895 se descu- brieron en Francia varias cuevas con arte parietal y se impusieron las abru- madoras evidencias arqueológicas. Con todo, hay que reivindicar a algunos personajes españoles y franceses que apoyaron desde el principio la autoría paleolítica de las pinturas, como por ejemplo Juan Vilanova, Augusto Gon- zález de Linares, Luis de Hoyos Sainz, Edouard Piette y Henri Martin.
Desde 1902 Altamira fue el bu- que insignia del estudio del arte ru- pestre cavernario pues algunos de los que apoyaron el dictamen negativo, caso de Emile Cartailhac, se pusieron
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