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Darwinismo y Prehistoria en la España decimonónica
Francisco Pelayo. Instituto de Historia ( csic )
En 1859 comenzaría el proceso de construcción de la arqueología prehistórica como disciplina cien-
tífica. Arqueólogos y geólogos británi- cos y galos visitaron el yacimiento fran- cés de Abbeville ( Somme ) para comprobar las evidencias que Jacques Boucher de Perthes había atribuido al « hombre antediluviano ». La inspección confirmó las pruebas que atestiguaban la realidad y existencia de industria lítica a ambos lados del canal de la Mancha, en Abbeville y en Brixham ( Devon ) res- pectivamente. Tras demostrarse la coe- xistencia de humanos y fauna extingui- da, se alcanzó un consenso sobre la gran antigüedad de la humanidad. La discu- sión y negociación para consensuar una práctica y metodologías científicas pro- pias de la nueva disciplina tuvieron lugar en instituciones académicas, socieda- des científicas, revistas especializadas y en los congresos internacionales de an- tropología y arqueología prehistórica ( Hurel y Coye 2011 ).
En noviembre de ese mismo año, 1859, Charles Darwin publicó On the Origin of Species, obra en la que expu- so su teoría de la descendencia con modificación, fundamentada en el me- canismo de la selección natural. Aun- que otros autores ya habían recurrido antes que el naturalista inglés a la evo- lución para explicar el desarrollo y la historia del mundo orgánico, ninguno había conseguido exponer sus argu- mentos con la persuasión y contun- dencia que lo hizo Darwin en su libro.
La conexión entre la antigüedad del género humano y la aparición de la teoría de la evolución de Darwin sería planteada por el geólogo Charles Lyell en el discurso inaugural de la British Association for the Advancement of Science, que tuvo lugar en el otoño de 1859 en Aberdeen. La traducción al
FIG. 1
Chiste gráfico decimonónico sobre la teoría de la evolución de Darwin ( Inglaterra, s./f.). EL SR. BERGH AL RESCATE. EL GORILA DEFRAUDADO : « Ese hombre quiere reclamar mi árbol genealógico. Dice que es uno de mis descendientes. » SR. BERGH : « Vamos, Sr. Darwin, ¿cómo pudo insultarlo ?
español de este discurso de Lyell, pu- blicado en 1860 en la Revista de los Progresos de las Ciencias, órgano de difusión de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, fue el medio a través del cual se cono- cieron en España tanto el consenso franco-británico sobre la gran antigüe- dad de la humanidad, como la publica- ción de la obra de Darwin sobre el ori- gen de las especies [ fig. 1 ].
El contexto de la recepción
y difusión del darwinismo y
la Prehistoria en España
El factor externo que condicionó du- rante la segunda mitad del siglo XIX la recepción de novedades científicas en España, como el origen de la humani- dad y su lugar en la naturaleza, fue la influencia en la política gubernamental de sectores católicos intransigentes, que restringieron de libertad de ense- ñanza e impulsaron la existencia de
una estricta censura oficial. Esta co- yuntura limitó la circulación impresa de cuestiones ideológicas perturbado- ras para el estatus político dominante, como podían ser que las investigacio- nes de la moderna geología y de la teo- ría de la evolución pusieran en duda la veracidad de la cronología bíblica y el relato de la creación del Génesis. Así, no solo la primera traducción íntegra al español de On the Origin of Species se hizo esperar hasta 1877, sino que hasta la llegada de los gobiernos democráti- cos durante el Sexenio Revolucionario ( 1868-1874 ), que promovieron las li- bertades públicas ( libertad religiosa, de imprenta, de enseñanza...), no co- menzó a difundirse y discutirse la teo- ría de la evolución. La nueva coyuntura fue resultado de la reforma educativa impulsada por el grupo de intelectua- les liberales partidarios de la filosofía de K.C. Friedrich Krause. La concep- ción de este filósofo alemán sobre la evolución de la naturaleza, junto con otras tradiciones científicas y cultura- les procedentes de Francia y Alemania, fue determinante para que se admitie- ran las tesis darwinistas en España. Tras la restauración en 1875 de la mo- narquía en España y en un ambiente social muy polarizado, la controversia evolucionista traspasaría los medios científicos y llegaría a muchos ámbitos de la sociedad ( Pelayo 2008 ).
Por lo que se refiere a la antigüe- dad del género humano, y a pesar de la oposición religiosa, esta fue asumida por la comunidad científica. Así, Juan Vilanova, catedrático de Paleon- tología de la Universidad de Madrid, conservador, antidarwinista y docente de cursos de Prehistoria en el Ateneo de Madrid, apoyó los estudios de esta ciencia frente al apologista católico Francisco Caminero Muñoz, quien negó
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