Page 35 - El poder del pasado. 150 años de arqueología en España
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cer las colecciones del MAN, capacitando a una serie de facultativos y ayudantes para que recorran España para «investigar, adquirir y trasladar al Museo Arqueo- lógico Nacional objetos propios de este establecimiento, que se hallaban esparcidos en varias provincias de Es- paña». Es el propio Juan de Dios de la Rada y Delgado quien, años después, nos informa del modo de conse- guir dichos objetos: «trabajos propios, compras, cam- bios y donaciones» (1883: XX).
En el transcurso de estos trabajos, Juan de Dios Rada y Delgado y Juan de Malibrán visitan Oviedo y Santander, León, Palencia, Toledo, Alicante ( Papí 2002) y Murcia. Por su parte, Paulino Savirón se dirige a Aragón y junto a Malibrán, a quien sustituye después el propio Ruiz Aguilera, encabeza las expediciones al Cerro de los Santos (Albacete) (Savirón 1875).
Para llevar a cabo este proyecto, José Amador de los Ríos decidió la creación de la figura del «correspon- sal del Museo Nacional de Antigüedades», que debería recaer en aquella «persona considerada experta por sus fines demostrados», y sobre la que recaería la mi- sión de «poner a su cuidado la designación y adquisi- ción de los monumentos» (Papí 2002: 9). Esto provocó que muchos intelectuales realizaran donaciones al Museo, como son los casos de Luis Maraver y Alfaro, Juan Vilanova o Francisco María Tubino y Oliva, por citar algunos ejemplos.
La idea era reunir el mayor número posible de ob- jetos para el nuevo Museo, que fue inaugurado por Amadeo I de Saboya el 9 de julio de 1871, del que tene- mos información por la prensa del momento, que ade- más incluyen grabados con la disposición y la museo- grafía de las Salas de Antigüedad Clásica [fig. 10].
Entre los facultativos del MAN también existía la idea de enviar una misión científica española al extran- jero para obtener piezas con las que acrecentar los de- pósitos museísticos de la institución (Marcos Pous, 1993: 53). Esta se materializó con la llegada al trono es- pañol del italiano Amadeo de Saboya, quien aprobó, mediante la R.O. de 10 de junio de 1871, la realización de un viaje más propagandístico que arqueológico, puesto que uno de los objetivos de la misión era que «la bande- ra española recorriese algunos puertos de [Italia], Gre- cia y Turquía y otros de Oriente, donde un tiempo ondeó victoriosa», y donde además en «un tiempo señorearon nuestras armas y fueron florones de la Corona de Ara- gón»(Chinchilla 1993a: 287).
Pero el viaje también supuso una oportunidad perdida para modernizar la arqueología y la metodolo- gía que se empleaba en aquellos momentos en los yaci- mientos españoles. Rada visitó las ruinas de Pompeya y conoció de primera mano la metodología arqueológi- ca que empleaba en aquellos momentos por la Scuola Archeologica di Pompei, dirigida por Giuseppe Fiorelli, para quien la topografía juega un papel fundamental y
en el que se excavaba mediante estratos horizontales artificiales y documentando todos los derrumbes y es- tructuras.
Posteriormente, durante su estancia en tierras de Grecia, Líbano y Chipre, también pudo conocer de pri- mera mano las excavaciones realizadas por el Instituto Germánico, la Escuela Francesa de Atenas y la Escuela Británica, así como la metodología empleada en las mismas, donde predominaba la sistematización y la programación anticipada de los trabajos.
El resultado del trabajo fueron una serie de piezas de Sicilia (Salas 2006), Grecia, Chipre, Próximo Orien- te y Egipto, que pasaron a engrosar los fondos del Mu- seo, y que acrecentaron su fama internacional. A ellos se sumarían una serie de vaciados de relieves griegos [fig. 11], que también pasaron a engrosar los fondos del propio museo.
En cuanto a las excavaciones, merece la pena des- tacar las dos Comisiones Científicas enviada al Cerro de los Santos (Montealegre del Castillo, Albacete). La primera de las cuales fue llevada a cabo en septiembre de 1871 por J.A. Malibrán y P. Savirón, quienes adquirie- ron una serie de piezas a Vicente Juan Amat, el relojero de Yecla. En octubre de 1871, volvió P. Savirón al yaci- miento, esta vez acompañado de Vicente Ruiz Aguile- ra, Director del Museo, quienes volvieron a comprar piezas a Amat y comenzaron a realizar excavaciones arqueológicas (Savirón, 1875; Sánchez Gómez 1999), le- vantando la planimetría del edificio de culto documen- tado, que publicaría posteriormente Rada (Rada 1875). Se trataba de un santuario fechado entre los siglos IV a.C. y la Romanización, cuyas esculturas permiten es- tudiar la evolución de la escultura ibérica y la romani- zación de los pueblos ibéricos.
El origen de estas excavaciones hay que buscarlas en la publicación de la Memoria sobre las notables exca- vaciones hechas en el Cerro de los Santos (1871), en cuya redacción participó Carlos Lasalde, profesor en el cole- gio de los Padres Escolapios de Yecla (Murcia), donde había reunido una pequeña colección de esculturas procedentes del lugar [fig. 12].
Tras las excavaciones practicadas en el lugar, se pu- dieron documentar los restos de un gran templo ibérico que estuvo en funcionamiento entre los siglos IV a.C. y la Romanización, y donde las esculturas encontradas son reflejo de la muestra de la diversidad y de la evolución final de la escultura, así como la influencia que tiene en la misma los modelos romanos.
Como resultado de estos trabajos y de diversas compras a Vicente Juan Amat y otros coleccionistas, se incorporaron al Museo, en 1873, una serie de piezas ibéricas, entre las que destaca la Gran Dama Oferente. Ese mismo año diversos materiales del yacimiento — incluida la Gran Dama (Chapa 2013: 120-122)—, se pre- sentaron en la Exposición Internacional de Viena.
La etapa pionera de la arqueología española ( 1867-1912 )
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