Page 27 - El poder del pasado. 150 años de arqueología en España
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El reconocimiento de los primeros yacimientos prehistóricos en España
Se da como punto de inicio de los estudios prehistóri- cos en España el descubrimiento de una pieza proce- dente del yacimiento madrileño de San Isidro recogida por Luis Lartet y Eduardo Verneuil a quienes acompa- ñaba Casiano de Prado en la primavera de 1862. Lartet y Verneuil llevaron dicho útil a París (esta pieza, hoy denominada por su tipología « hachereaux », se en- cuentra depositada en el museo francés de Saint Ger- main-en-Laye), y ambos dieron a conocer el descubri- miento en la Sociedad Geológica de Francia, donde hacían notar que con este hallazgo ya eran tres los paí- ses en los que se había encontrado industria prehistó- rica: Francia, Inglaterra y España.
Sin embargo, los estudios prehistóricos no se ini- ciaron en España a partir de la nada. Como sucediera en otros países europeos contó con precursores que facili- taron esos inicios difíciles. De entre todos ellos podría- mos destacar a Miguel Rodríguez Ferrer, por la búsque- da que realizó en las cuevas cubanas de industria y tipos humanos prehistóricos; el Marqués de la Ribera, por traer de Dinamarca objetos prehistóricos que remitió a la Escuela de Minas de Madrid , y, por supuesto, Casiano de Prado, que desde 1851 recogió, sigló y guardó útiles prehistóricos del valle del Manzanares (Madrid) de ca- rácter claramente paleolítico. Estas piezas, guardadas en el Museo de la Escuela de Minas de Madrid, fueron descritas por Prado en su obra Descripción Física y Geológica de la Provincia de Madrid (1864). Asimismo practicó prospecciones en cuevas próximas a Riaza (Se- govia), donde pudo comprobar que había restos de fau- na extinta junto con restos de la industria humana bajo una gruesa capa estalacmítica. La Prehistoria, como disciplina científica, estaba dando sus primeros pasos en España, en paralelo con Europa, y los descubrimien- tos y nuevas interpretaciones llegaban con bastante ce- leridad no solo a los ambientes académicos, sino a la sociedad en general.
También se suele mencionar como elemento pre- cursor de la Prehistoria en España el descubrimiento en 1848 de un cráneo en Gibraltar durante los trabajos de fortificación militar del Peñón. El resto humano, aunque fue inmediatamente presentado a la Gibraltar Scientific Society, no fue valorado convenientemente, pues la ciencia prehistórica no estaba desarrollada en ese momento. Pasarían casi 20 años, ya en otro am- biente científico, cuando el valioso resto se remitió al Colegio de Cirujanos de Londres, presentándose al mundo científico en 1864 por parte de George Busk.
Pero ya, desde 1862 el status de los estudios pre- históricos había cambiado de forma significativa. El descubrimiento de San Isidro había tenido rápida difu- sión internacional. La publicación que en 1863 Verneuil
y Lartet hicieron del hallazgo motivó que al año si- guiente los arqueólogos ingleses Falconer y Busk, de regreso de la inspección de las cavernas de Gibraltar antes mencionadas, visitaran a Prado, para conocer de cerca el yacimiento madrileño de San Isidro. Asimis- mo, pudieron analizar los objetos que existían en el pe- queño museo que ya se había formado en la Escuela de Minas. Además, a su paso por Andalucía tomaron con- tacto con el naturalista Antonio Machado y Núñez, el abuelo de los hermanos Machado, uno de los primeros evolucionistas y a quien motivaron hacia los estudios prehistóricos.
Otra institución que acogió desde bien temprano los estudios prehistóricos fue la Real Academia de la Historia. La presentación de la Prehistoria en esta ins- titución la realizó su correspondiente Agustín Pérez de Siles, en la sesión del 7 de junio de 1867 donde presentó « cuchillo de piedra » ( Assas, 1867 : 37 ). Pocos meses después José Amador de los Ríos elaboraba una intere- sante memoria para la Academia al dar cuenta de otro «un cuchillo de pedernal» descubierto por un ingenie- ro de minas en Cerro Muriano ( Ríos, 1867 ). Pero sin duda, el espaldarazo más importante a los incipientes estudios prehistóricos por parte de la Academia, fue el aval dado por esta institución a la publicación de Ma- nuel de Góngora Antigüedades Prehistóricas de Anda- lucía (1868) [fig. 3]. El informe del libro hecho por los miembros de la Academia, Fernández-Guerra, Saave- dra y Moreno Nieto era todo un soporte hacia los estu- dios prehistóricos.
No menos importante fue en su momento la So- ciedad Antropológica Española, aunque tuviera una vida efímera y con frecuentes altibajos. Inició su anda- dura a finales de 1864 gracias a la iniciativa de diversos médicos y, muy especialmente de Pedro González de Velasco y nacía a imitación de la francesa, fundada por Paul Broca, de quien el doctor Pedro González de Ve- lasco era amigo. Juan Vilanova fue también socio fun- dador y va a ser a partir de su incorporación a esta so- ciedad cuando Vilanova inicie las investigaciones prehistóricas. Así, la unión entre Prehistoria y Antro- pología se encuentra en los mismos orígenes de la dis- ciplina en España. De hecho, en el verano de 1866 Vila- nova procederá a la prospección de las primeras cuevas con un interés arqueológico, algunas de las cuales ha continuado su estudio hasta nuestros días, como son las cuevas valencianas del Parpalló y Cova Negra.
Mediante el Real Decreto de 20 de marzo de 1867 ( Gaceta de Madrid de 21 de marzo ), se creó el Museo Arqueológico Nacional, con sede en Madrid, y de otros de la misma clase «en cada capital de provincia o pue- blo notable, para los monumentos de la historia local y demás objetos que por su volumen, tamaño o índole, nada significan despojados de lo que naturalmente los cerca y acompañara». Según el Preámbulo de la dispo-
 La etapa pionera de la arqueología española ( 1867-1912 )
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