Page 82 - Carlos III. Proyección exterior y científica de un reinado ilustrado
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 7. FORCElliNO, Maria. Camillo Paderni e l’immagine storica degli scavi di Pompei, Ercolano e Stabia. Roma: Artemide, 1999, p. 49.
8. Giornale de Letterati di Italia. Venezia: Appresso Gio. Gabbriello Ertz., 1711, tomo V, pp. 399-401.
9. [ZARillO, Mattia]. Giudizio dell’opera dell’Abate Winckelmann intorno alle scoperte di Ercolano contenuto in una lettera ad un’amico. Napoli: [s.n.], 1765, p. 22. AlONSO RODRÍguEZ, Ma del Carmen.
““El rey en el balcón”. Carlos III y el descubrimiento de Herculano”, en AlMAgRO-GORBEA, Martín; Jorge MAiER AllENDE (editores). De Pompeya al Nuevo Mundo: la corona española y la arqueología en el siglo XVIII. Madrid: Real Academia de la Historia : Patrimonio Nacional, 2012a, p. 90.
10. AlONSO RODRÍguEZ, Ma del Carmen. “La Política cultural de las Dos Sicilias y la publicación de los descubrimientos arqueológicos”. Revista de Historiografía (Madrid). 17/IX (2012b), p. 67.
11. Orden de traslado de piezas en RuggiERO, 1885, pp. 19, 27, 114-Ss.
12. AlONSO RODRÍguEZ, 2012a, p. 83.
13. ASCiONE, Imma. Lettere ai sovrani di Spagna. Roma: Ministero per i beni e le attività culturali, Direzione generale per gli archivi, 2002, volumen II, pp. 365-366, nota número 634.
las que elaboraron los ingenieros, siguiendo la disciplina militar en la que el parte al superior es norma obligada7.
Además de las noticias proporcionadas por los habitantes de Resina a los in- genieros militares, había otros individuos próximos a la corte capaces de explicar que el descubrimiento ya había sido publicado en 1711 e interpretado como un templo de la ciudad de Herculano8. El hallazgo, a principios de enero de 1739, de una inscripción que indicaba que el edificio en que se excavaba era un teatro, fue leída e interpretada por Marcello Venuti, encargado de organizar la biblioteca Farnesiana, ya que Alcu- bierre —que tenía otra formación— carecía de conocimientos de latín para entender los textos epigráficos. En palabras atribuidas a Mattia Zarillo unos años después, este ingeniero no había sido elegido por su formación clásica, sino por su capacidad de afrontar de un modo seguro unas excavaciones subterráneas bajo una ciudad super- puesta9. Fuera de ese ámbito y ya en el exterior, la desorganización de los materiales excavados durante el periodo en que Montealegre fue secretario de Estado era con- siderable. Son varias las noticias que señalan como responsable a un pintor llamado Antonio Sebastiani, que había sido nombrado ayuda de cámara del rey10. Un ejemplo de la falta de planificación existente era que, cuando aparecían piezas de pequeño tamaño, se enviaban a cualquiera de los Reales Sitios donde el reyes se encontrasen, mientras que lo que no se podía transportar se dejaba en el llamado Jardín de Cara- manico, para que pudiesen verlo en su siguiente visita11. Todo este movimiento de piezas refleja cómo muchas de las decisiones se tomaban sobre la marcha y se impro- visaba frecuentemente. Desde enero de 1739 se inició la restauración de las estatuas con miras a reutilizarse para instalarlas en los cuartos reales, aunque hubo serios problemas, especialmente cuando se trataba de bronces, pues los escultores optaban por fundir fragmentos para rehacer piezas antiguas o fabricar otras nuevas.
En la reglamentada vida de los reyes Don Carlos y Doña María Amalia de Sajonia se había destinado un día a la semana para acercarse a Portici y ver directa- mente los resultados de las excavaciones. En esas ocasiones o cuando residían tem- poralmente en este Real Sitio, el rey solía hablar frecuentemente con el ingeniero y se acercaba al balcón que había en el pozo de Nocerino para saber cómo se había dado el día y qué cosas habían aparecido12. Sin embargo, no hay noticias de que se hubiese producido ninguna visita regia a las grutas del teatro. Esta actividad debió considerarse demasiado arriesgada, de la misma forma que se le desaconsejó el des- censo al cráter del Vesubio por recomendación materna13. Desde los primeros meses de excavación tenemos constancia documental de que Don Carlos en ocasiones in- tervenía directamente dando instrucciones que quedan reflejadas en los partes de excavación. Por ejemplo, fue orden expresa suya la extracción del revestimiento de la pared de la praecintio del teatro de Herculano, que estaba forrada de cepollazo, giallo antico y otros mármoles14. En alguna ocasión manifestó su disgusto por la limpieza
MARÍA DEL CARMEN ALONSO RODRÍGUEZ 80























































































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