Page 59 - Carlos III. Proyección exterior y científica de un reinado ilustrado
P. 59

 LA GUERRA DE LOS SIETE AÑOS (1754 / 1756-1763) 57
si no hubiera impedimentos para movilizar a los soldados desde el Sur, hacia Canadá, mientras que a los franceses no les habían llegado las provisiones desde Europa.
En Europa, el intento de Francia de ocupar Hannover, ocupación simbólica antigermánica, pero ante todo anti-casa reinante británica, se tornó en amarga derro- ta. Si alguna vez se pensó en un desembarco en las islas, se desestimó. Las derrotas en la propia Francia (en la bahía de Quiberon) o en el Caribe (Guadalupe y Marti- nica), África (Senegal) y en la India (Madras y Bengala) fueron otra suerte de reveses.
Además, la crisis financiera de 1759 de Francia, y esas derrotas generaron tal desconfianza en el gobierno de París sobre sus posesiones ultramarinas que, en cier- to modo, se abandonaron a su suerte.
Se propone que la crisis de liderazgo de Francia, no podía vencer al fuerte li- derazgo británico, tanto desde el gobierno, como de los diseños de las estrategias navales, o del control sobre el Parlamento20. Por tanto, la superioridad naval británi- ca, que se fue logrando a lo largo de la guerra, así como la madurez de su sistema de aprovisionamiento anfibio, y la planificación de las operaciones, vendrían a explicar este aumento del poder insular.
Y es que, a fin de cuentas, el siglo XViii, aquel de la Ilustración, fue devorado por sus propias revoluciones, algunas nacidas de unos sentimientos nuevos (o al me- nos no explícitos hasta entonces) que dieron el protagonismo a grupos sociales sin privilegios en la sociedad de los estamentos, en el mundo de la desnaturalización de las funciones de los grupos sociales, en especial de las aristocracias “libertinas”.
En España, terminada la guerra, impopular, los matrimonios de los hijos del rey parecían ir a apaciguar los ánimos descontentos. Sin embargo, la desafortunada acción de la Guardia Walona, y las medidas del marqués de Esquilache, hicieron crecer en los meses siguientes los descontentos, hasta el punto de tener que abando- nar el rey el Palacio Real en Madrid y correr al refugio en Aranjuez... Pero este es capítulo de otra historia.
Un nuevo escenario europeo se abrió en estos años, con dos grandes beneficia- rios, Gran Bretaña y Prusia21. Ahora bien, como pusieron de manifiesto M. Roberts, K. W. Schweizer u otros, el muy notable aislamiento británico después de la Guerra, no se debió a la ruptura de los pactos con Prusia, se debió a la habilidad británica de hacer creer que el problema para la Europa emergente (la oriental) y la estabilidad del continente en general, se debía a la existencia de un poder preponderante, Francia22.
El resto de lo que quedaba del siglo XViii vio ir esfumándose el sueño de la paz universal y, lo que fue —y es— más impresionante, vio desmoronarse un régimen sociopolítico multisecular (en las Trece Colonias, primero; en Francia, después; por toda Europa finalmente), que a sangre y fuego dio paso a la felicidad pacífica y supe- rior a todos los tiempos pasados, que hemos conseguido durante los siglos XiX, XX y lo que va de XXi, que se presagia sosegado y triunfante.
20. BAugH, 2014, p. 622.
21. Empieza ahora la revisión del triunfo de Prusia y de Federico II. En este sentido, es muy sugerente la investigación y las conclusiones ofrecidas por SZABO, Frank A. J. The Seven Years War in Europe, 1756-1763. Harlow, England: Pearson/Longman (Modern Wars in Perspective series), 2008.
22. Así, por citar un par de autores muy significados: ROBERTS, M. Splendid Isolation 1763-1780. Reading: University of Reading, 1970; SCHWEiZER, K. W. England, Prussia and the Seven Years War. Studies and Alliance Policies and Diplomacy. Lewiston-Queenston- Lampeter: Edwin Mellen Press, 1989.























































































   57   58   59   60   61