Page 103 - Carlos III. Proyección exterior y científica de un reinado ilustrado
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 ANTICHITÀ Y CHINOISERIE EN LOS PALACIOS DE CARLOS III 101
relacionándose ese trabajo con unas figuras de chinos en la bóveda de un gabinete del Palacio Real de Madrid. En cualquier caso, el menor de los Tiepolo es autor de un techo plano con pájaros y follaje situado en el que fuera “Gabinete de los pája- ros” del infante Don Luis y de una bóveda también con pájaros y decoración vege- tal en estuco18. En uno de los gabinetes que debió corresponder al cuarto de la infanta Doña María Josefa, se conserva un zócalo tallado con escenas ambientadas en China, con un acabado brillante que simula el de la porcelana19.
Las decoraciones orientales de las bóvedas de esos gabinetes alternaban con los grandes ciclos de frescos mitológicos y alegóricos de las salas de representación. Esas decoraciones partían igualmente de un mundo imaginado, el de la Fábula, pero servían para ensalzar la idea de la Majestad soberana en su asociación con los dioses del Olim- po y los emblemas morales codificados por Ripa y Cartari. Por el contrario, las evasivas chinerías carecían de todo discurso, eran puro entretenimiento, incluso en una sala de la importancia de la Cámara del Rey. Ese amplio espacio, donde el rey se vestía, fue diseñado por Mattia Gasparini, adornista que había trabajado en el “Salottino di por- cellana” de Portici. A semejanza de esa obra, en los ángulos de la bóveda se represen- taron figuras orientales, entre rocaille y motivos vegetales, en estuco, “que los Italianos llaman scayuola —explicaba Ponz—; es á saber, de yeso hecho de espejuelo, todo ello dorado, y colorido”20, consiguiendo de este modo un acabado brillante que le asemeja- ba a la porcelana. La riquísima colgadura de esa sala no es propiamente chinesca, pero el vivo colorido de los motivos florales y vegetales en hilos entorchados de plata dorada bordados por Maria Luisa Bergonzini y Antonio Gasparini —de 1763 a 1791—, se adaptaban a aquello que en Occidente se entendía por decoración oriental.
Es bien conocido el gesto que tuvo Don Carlos al abandonar el Reino de Ná- poles, quitándose de la mano el anillo con un entalle encontrado hacía años en las excavaciones al pie de Vesubio, para que quedara depositado en el Real Museo de
18. SCHWARZ-WEiSWEBER, Anke. Die Tiepolo in Spanien. [Tesis doctoral leída en la Christian-Albrechts- Universität de Kiel, 2002, pp. 169- 178. Edición electrónica: http:// macau.uni-kiel.de/servlets/ MCRFileNodeServlet/dissertation_ derivate_00001077/d1077. pdf?hosts=].
19. SANCHO, 1993, pp. 22-23.
 Anillo de Carlos III con máscara de Sileno. Real Museo de Portici (Nápoles).
Portici, que él mismo había fundado21. Esta muestra de respeto por el principio de procedencia, sería retomado años des- pués por algunos intelectuales cuando el expolio de Italia por las tropas francesas. A pesar de ello, diversos vaciados en yeso de los hallazgos de Herculano y Pompeya fueron realizados en el Museo de Portici para ser enviados a España. Consta que en 1764 se prepararon cuatro pedestales que “sirben para unas estatuas benidas de Ná- poles”22, y hay noticia de un importante envío al año siguiente23. Esas obras según
20. PONZ, 1776, tomo VI, p. 23.
21. FERNÁNDEZ MuRgA, Félix. Carlos III y el descubrimiento de Herculano, Pompeya y Estabia. Salamanca: Universidad de Salamanca, 1989, pp. 145-146. AlONSO RODRÍguEZ, María del Carmen. “Ecos de Herculano: «Aquellas cosas que sabes que son tan de mi genio y gusto»”, en AlMAgRO-GORBEA; MAiER AllENDE, 2010, pp. 237-238,
figura 55.
22. Archivo General de Palacio (Madrid), Reinados, Carlos III, caja 727.
23. AlONSO RODRÍguEZ, 2010, pp. 240-241.
 





















































































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