Page 63 - I estoria-ta: Guam, las MarianasI estoria-ta: Guam, las MarianasI estoria-ta: Guam, las Marianas y la cultura chamorra
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capitán de origen mexicano Diego Bazán11. El fracaso de los esfuerzos de Medina constituyó un funesto au- gurio de lo que vendría después.
El 27 de enero de 1670, el padre Medina viajó a la isla de Saipán, a unos cinco kilómetros al norte de Ti- nián, y reparó en que los esfuerzos predicadores de San Vitores no se habían traducido en conversiones reales entre los nativos. Con enojo, descubrió que un sangley (un mercader chino) llamado Choco, el «pervertidor de los marianos», había puesto a los nativos en contra de los misioneros (Florencia, 1673, fol. 30v; García, 1673: 76-77). Choco, que pasaría a la historia como Choco Sangley, había sido capitán de un navío que había nau- fragado junto a la costa de Saipán más de dos décadas antes de la llegada de los jesuitas. Se había asentado en una zona conocida como Merizo (o Malesso’), en el su- roeste de la isla, y se había casado con una mujer local. Gracias a las diversas habilidades y conocimientos que poseía, Choco enseguida se granjeó cierta influencia entre los vecinos isleños (García, 1673: 76; RAH, Cortes 567, 9-2676/8, fol. 6r; ARSI, Philipp. 13, Hist.: 1663-1734, fol. 5r-8r; Morales y Le Gobien, 2017: 131-32). Cuando los misioneros llegaron a Saipán, Choco hizo circular el rumor de que el agua bendita y los aceites que utiliza- ban para bautizar a los niños, los ancianos (manamko) y los enfermos tenían por objeto causar su muerte12.
En su hagiografía ejemplar de Medina, el padre Francisco de Florencia (1619-1695) describe cómo la Virgen María se había aparecido en un sueño a un nuevo cristiano originario de Saipán. En él, la Virgen cuidaba con esmero a ocho niños y amamantaba a dos bebés. Cerbero, el perro de Hades, estaba atado a sus pies, un signo evidente de que el bien había triunfado sobre el mal, salvando «a esos niños inocentes [del] perverso Sangley, que tanto había ladrado contra ellos» (Florencia, 1673, fol. 43r). El indígena relató su sue- ño al padre Medina y este, con la seguridad de saber que tenía a la poderosa Virgen de su lado, continuó su labor religiosa. Dicha labor incluía, entre otras cosas, el bautismo de niños, especialmente los que estaban enfermos. No bautizar a alguien en esas circunstan- cias, creía Medina, condenaría sus almas al infierno;
11 De la Cruz también cantaba (era soprano) y ayudaba a los sacerdotes en la sacristía. RAH, Cortes 567, 9-2676/4, fol. 2r. El capitán Bazán falleció a causa de sus heridas el 31 de marzo de 1671. RAH, Cortes 567, 9-2676/8, fol. 28v; «Noticias de las islas Marianas enviadas el año de 1670», 22 de abril de 1670, ARSI, Philipp. 13, Hist.: 1663-1734, fol. 50r; Ledesma, 1670, fol. 9r.
12 Ledesma, 1670, fol. 9v. Según la relación de Manuel de Solórzano, hasta junio de 1669 los jesuitas habían bautizado a 13 560 chamorros, y 200 de los niños bautizados habían muerto tras recibir el sacramento. «Descripción», fol. 124r.
mientras que los adultos tenían la libertad de elegir (gracias a los sacerdotes jesuitas que habían llegado providencialmente), los niños no podían.
La determinación y el fervor mesiánico de Medi- na le permitieron sobreponerse a los obstáculos que suponían su cojera y su tartamudez, y continuó su labor arrancando de los cuerpos de niños y adultos los huesos y amuletos que estos portaban13 . Sin em- bargo, como muchos de los niños bautizados morían tras recibir el sacramento, las advertencias de Sangley convencieron a los chamorros de que Medina y sus asistentes, Agustín e Hipólito de la Cruz, estaban en realidad asesinando y devorando a sus hijos (Floren- cia, 1673, fol. 39r). El 29 de enero de 1670, dos días después de su llegada a Saipán, en la tercera aldea que visitaron, el padre Medina y sus ayudantes fueron ata- cados por un hombre llamado Poyo (apodado «el ase- sino» y, más tarde, bautizado como Luis) y su cómplice, Daon (posteriormente bautizado como Vidal)14 (Gar- cía, 1673: 95-108; Morales y Le Gobien, 2017: 154). Fue así como Luis de Medina, de 33 años, se convertía en el primer mártir de las Marianas (aunque no fue, como hemos visto, el primer miembro de la misión en ser asesinado, pues ese «honor» lo compartía con Loren- zo Castellanos y Gabriel de la Cruz) (Burrieza, 2009: 527). También fue asesinado Hipólito de la Cruz, un talentoso arpista seglar cuya música servía para atraer y apaciguar a los chamorros, originario de la isla de Cebú en las islas Bisayas (Islas de los Pintados)15.
El 23 de julio de 1671, el joven ayudante de San Vitores, José de Peralta, un muchacho criollo nacido en Puebla de los Ángeles, en México, murió tras sufrir dieciocho heridas en una emboscada orquestada por los seguidores de Hurao, un ma’gas (líder) local de Hagåtña que aspiraba a liberar a la isla de forasteros.
13 Juan de Santa Cruz a los superiores jesuitas: «Más sobre la vida y mar- tirio del padre Luis de Medina», 22 de mayo de 1670, AHCJC, EI-b-9/5/1-7: «Martirios y varones ilustres», EI-b-9/5/2: «Martirios, naufragios, &.», fol. 8r. Esta carta también se encuentra incluida en el título «Copia de documen- tos antiguos del Archivo de la Misión de la Compañía de Jesús, no. 1», en Historia missionis, vol. 3, AHCJC, Antigua, EI-a-13: «1593-1890», fols. 604r-615r.
14 Véase también Ledesma, 1670, fols. 50v-52r; «Historica narratio illorum (1668-1673)», ARSI, Philipp. 13, fols. 95r-110r, en Lévesque, vol. 6, 1995: 40- 41; Ledesma, 1670, fol. 10r. Según la lista de mártires, Medina murió «in odium sacram baptismati et fidei christianae praedicationis a barbari». AHCJC, EI-b-9/5/1-7: «Martirios y varones ilustres», carpeta EI b-9/5/2: «Martirios, naufragios, &.», hojas sueltas. Véase también Florencia, 1673, fols. 38r-42r.
15 El uso de la música, la danza, la poesía y el teatro para enriquecer los ritos, espectáculos y los contenidos curriculares en la escuela era un elemento importante de la educación jesuita y sus misiones (Summers, 2000: 659-79; Irving, 2019: 211-34).
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La semilla de los mártires y el martirio en las Marianas (siglo xvii)