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Y es que no por casualidad a su vez fue el primer proyecto del ciclo que estudió el museo –antes inclu- so de pensar seriamente en embarcarse en el propio ciclo– y luego fue el que estimuló la organización de este complejo y dilatado programa, la piedra angular en torno a la que se construyó todo él, y tomándolo como modelo que luego se replicaría, con sus varian- tes, en el resto de los proyectos. Estos obviamente han sido reordenados con posterioridad y sobre la marcha dentro de una secuencia cronológica marcada por la derrota de la legendaria travesía que, como ya hemos explicado, más que evocar estábamos siguiendo como excusa y pauta del ciclo. Por el mismo motivo, I esto- ria-ta es el proyecto que ha gozado de más tiempo de maduración y ha contado con un equipo más extenso y con conexiones más profundas y fructíferas en los ámbitos académicos y culturales de los dos territorios «reconectados» por él. Y se nota.
Todo empezó a principios de 2018, cuando Lourdes Prados y Sandra Montón, profesoras de arqueología res- pectivamente de la Universidad Autónoma de Madrid y la Universitat Pompeu Fabra e integrantes del grupo de investigación del proyecto ABERIGUA, se pusieron en contacto con el museo para conocer en detalle las co- lecciones chamorras procedentes de la exposición de 1887 en el Retiro y por primera vez nos hablaron del in- terés de poner en marcha este proyecto expositivo en el marco del V centenario, incorporando además a repre- sentantes de las instituciones de las Marianas para que la muestra fuera el resultado de una cooperación inter- cultural. La idea nos entusiasmó porque encajaba per- fectamente con nuestra manera de entender el papel de las exposiciones temporales y los ciclos temáticos en el
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Figura 5: Honda, atupat (ca. 1800-1887). Colección MNA: CE6973. Fotografía: Javier Rodríguez Barrera.
forma imprevista y devastadora ha afectado a toda la humanidad entre 2020 y 2021, encarnando como po- cos acontecimientos hasta la fecha, la dimensión y el alcance de una globalización que, sin duda, el viaje magallánico contribuyó a poner en marcha. Y así, con constancia y convicción en este compromiso ético y cultural que creemos necesario y útil para emprender un nuevo camino de comprensión intercultural, in- cluso en circunstancias adversas y aun llegando con algo de retraso a algunas citas, habremos completado esta nueva vuelta –solo conceptual– al mundo.
3. En las Marianas empezó todo...
Como acabamos de repasar, finalmente este proyecto dedicado a «volver» a las Marianas, o más bien a traer a las Marianas a la vecindad de la estación de Atocha, habrá constituido el cuarto hito del ciclo y, aunque pa- rezca paradójico por su posición central en él. Es tam- bién el más importante de todos ellos por catalizar una serie de valores excepcionales que lo han convertido en la «empresa cultural» que mejor y de forma más completa y llena de matices ha encarnado el espíritu y los propósitos del ciclo y del museo, y la de más en- vergadura de este de por sí enorme reto al que se ha animado a enfrentarse el MNA. Todo ello motivado por las enormes posibilidades que ofrecía como vehículo de renovación de su identidad y su papel social y como medio para proporcionar una experiencia transforma- dora a su público a través del descubrimiento de esta nueva, gratificante y comprometida forma de replan- tear el diálogo intercultural.