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interpretar que, a pesar de que el oficial que se hizo cargo interinamente del gobierno afirmase que había sofocado una rebelión armada, se afirmó también que se trató de un acto espontáneo, resultado de un in- sulto del gobernador que el soldado respondió dis- parándole por la espalda, mientras que la supuesta confesión de los supuestos implicados en una revuel- ta antiespañola habría sido obtenida mediante tortu- ras15. La muerte del gobernador contribuyó a una serie de cambios en la gestión colonial del archipiélago. Al margen de los detalles del crimen, no cabe duda de que el asesinato de la primera autoridad de las Ma- rianas reactivó la atención de Madrid por las «pose- siones» de Micronesia, lo que se tradujo en una serie de medidas y reformas –de poco calado en lo políti- co– que modificaron el escenario colonial de la última década del siglo xix, como fueron la supresión de la compañía de dotación, que había sido una fuente de abusos para los habitantes que debían servir en ella16, o un mayor cuidado en el nombramiento de los go- bernadores político-militares para seleccionar a indivi- duos más prudentes, como así fueron Francisco Olive, Enrique Solano o Joaquín Vara de Rey (Driver, 2005). El nombramiento de mandos más entregados al desa- rrollo local supuso una mejora en las condiciones para la enseñanza pública en las islas Marianas en los últi- mos años del siglo xix. La reconstrucción del ya citado Palacio de Gobierno, que se había construido en 1744 y apenas se había reformado una vez, se materializó en 1889 con un nuevo edificio que aprovechaba los muros maestros del anterior.
La ocupación efectiva de las islas Carolinas en 1885 por parte de España supuso un nuevo impulso en las comunicaciones con el archipiélago y su metrópolis in- mediata de Manila (Elizalde, 1992). Vapores correos tri- mestrales enlazaron Manila, Zamboanga (Mindanao), Yap (Estados Federados de Micronesia o FSM), Guam, y Ponape (actual Ponhpei, FSM), lo que también supu- so una oportunidad de progreso para chamorros de Guam, algunos de los cuales fueron empleados por el gobierno colonial y destinados a Yap con sus familias. La chamorra allí residente Bartola Garrido, reconocida
15 Véase por ejemplo las afirmaciones relativas al gobernador Pazos y al comandante Borredá en la continuación de la historia de las Islas Marianas por el Padre Jose Palomo, según la copia mecanoescrita en inglés Conti- nuation by Reverend Padre Jose Paloma (sic), en la biblioteca del MARC, University of Guam.
16 AHN, Filipinas. 5254. Exp. 30. Carta del Capitán General de Filipinas al Ministro de Ultramar. Manila 30 de noviembre de 1884. P. 25.
por el gobierno español por su actividad en favor de España durante la crisis diplomática con Alemania, se- ría nombrada maestra de escuela en años siguientes17.
La revolución filipina de 1896, sin ramificaciones conocidas en las islas Marianas, se manifestó entre los días 19 y 20 de diciembre con una revuelta de prisione- ros tagalos presos en el antiguo presidio de Marianas, contiguo al palacio de gobierno, revuelta que terminó con la muerte de unos 80 presos, en un controverti- do episodio que culminó con la renuncia al puesto del entonces gobernador Jacobo Marina (Caballero, 2006: 196-197). A este escenario de agitación de la se- gunda mitad de la década de 1890, se suma un mayor interés geoestratégico por el Pacífico por parte de Ja- pón, así como la inevitable consecuencia de la mejo- ra de las comunicaciones, se tradujo en dos inciden- tes en Saipán con súbditos japoneses en 1896 y 1897 respectivamente18.
La declaración de guerra entre España y Estados Unidos, los días 24 y 25 de abril de 1898, se conoció en Manila cuando habían salido hacía pocos días el vapor trimestral que comunicaba con los territorios de Mi- cronesia. Sin haber recibido noticias en Guam poste- riores al 12 de abril, habitantes y autoridades en las is- las Marianas vivían completamente ajenas al desarrollo de tales acontecimientos. La mañana del 20 de junio de 1898 llegaron a Guam cuatro buques de bandera nor- teamericana, el City of Sydney, City of Pekin, Australia y el USS Charleston19.
Puesto que el Charleston entró en el puerto de Apra enarbolando una bandera de España en su palo mayor (Driver ed., 2000: 45), el capitán del puerto y el médico militar se dirigieron en el bote de la Capita- nía de puerto para la visita preceptiva imaginando que se trataba de una visita de cortesía, siendo informados una vez a bordo y por el capitán Glass de la situación de guerra entre ambos países y de la naturaleza hostil de los disparos que habían dirigido al fuerte de San
17 Sobre los chamorros de Yap, existe una exposición fotográfica y docu- mental por Malia A. Ramírez, The Chamorros of Yap, organizada por el Northern Mariana Islands Council for the Humanities, 1997. Sobre Bartola Garrido, ver: (VV.AA., 2019: 20-21; Tolentino, 2021g).
18 AHN, Archivo Histórico de Exteriores. Filipinas 1894-1899. Legajo H 2964. Además de dicha documentación sobre ambos incidentes, existe un expe- diente relativo al episodio de 1897 en los fondos del antiguo Ministerio de Ul- tramar depositados en el Servicio Histórico Militar, Caja 5322, ya citado y re- sumido en el trabajo de John Carlos Caballero Matilla (2006[1898]: 193-195). 19 Para un breve relato de lo sucedido contado por un soldado norteame- ricano ver DeBurgh (1939: 23-29, y Vol VII, n.o 1. Noviembre 1939, 26-30, 45-48). Para una versión española de lo sucedido, Duarte (1913: 11).
2 HUGUA. EL PERIODO COLONIAL