Page 162 - Anuario AC/E de cultura digital 2018
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• La expresión oral, base para la producción de los discursos orales y que exige el dominio de las habilidades específicas que rigen la producción de discursos orales adecuados
a diferentes situaciones comunicativas, coherentes en la organización de su conte- nido y cohesionados.
• La expresión escrita, base para la produc- ción de los textos escritos de carácter variado y diverso, adecuados a una amplia gama de situaciones comunicativas, coherentes en
la organización de su contenido y cohesio- nados textualmente; así como correctos en sus aspectos formales.
• La interacción oral, base para el diálogo interpersonal y con rasgos específicos, ligados fundamentalmente a la negociación compartida del significado y al respeto a las normas de los entornos sociocomunicativos.
Sin lugar a dudas, la lectura, la escritura y las capacidades de hablar y escuchar trenzan lazos entre sí que vertebran las sociedades alfabetiza- das. Son competencias que en esta sociedad en tránsito a lo digital multiplican su valor, pero no de forma aislada, sino como piezas que encajan unas con otras y juntas forman un todo.
Ese lector ideal que perseguimos se entreteje con estas mimbres: un lector multimodal y multiplataforma que comprende lo que lee, que lo hace de forma crítica, que es capaz de hacer inferencias, de construir sus propios mensajes de forma coherente y argumentada y de transmi- tirlos de forma eficaz, valiéndose del escrito, de otros códigos o de la oralidad. Y así, la lectura nos va conformando en diversos planos, nos ayuda a «pensar-nos» y a «pensar» el mundo, pues, como Alberto Manguel expresa, «para
ser profundamente humanos necesitamos ser pensantes y lectores»145.
Pensar y escuchar componen la argamasa con la que se cimenta esa lectura y que aporta solven- cia a esos actos de comunicación. La curiosidad
como motor y las preguntas como punto de partida completan el engranaje necesario para desenvolverse con éxito en el intenso flujo de información que rodea nuestro día a día.
Son verbos todos ellos que es preciso conjugar en papel y en digital, «transitivos y plurales», en pa- labras de Daniel Cassany146, puesto que requieren para quienes los practican conocer y usar todos los soportes, saber combinarlos y compararlos. En este sentido son capacidades más valiosas que en épocas anteriores, aunque también más comple- jas y difíciles de desempeñar.
La diversidad de situaciones de lectura y de escritura es muy amplia, y a las prácticas letradas se les une un variado e interesante abanico
de prácticas de lectoescritura estrechamente ligadas a la vida de las personas. En el caso de los jóvenes estas prácticas adquieren especial relevancia, como pone de manifiesto Cassany al describir algunas de ellas en las que se combinan escritura, lectura y oralidad en el entorno digital:
Escriben en situaciones nuevas: chatean por
MSN, se envían SMS, postean blogs o «se hacen amigos» en Facebook. Son intercambios inme- diatos, espontáneos, algo interactivos, con cierto parecido al habla y tremendamente diferentes de las redacciones escolares. Escriben y leen al mismo tiempo en situaciones muy distintas, demostrando mucha habilidad técnica: mantienen abiertas numerosas ventanas en su pantalla y «saltan»
de una a otra para responder a un amigo en un chat, atender su correo o avisar de su estado en Facebook; también «copian y pegan» fragmentos de texto de una ventana a otra al usar un traductor automático, recopilar datos de Wikipedia o insertar un vínculo de un lugar a otro. Además del dominio lingüístico han desarrollado importantes destrezas informáticas.147
El entorno, en efecto, favorece el desarrollo de habilidades sociales en relación con la escritura y el trabajo en grupo de una forma espontánea generando comunidades de escritores a partir de una obra literaria, de un género o de temas
LAS ESTRATEGIAS / LOS ENFOQUES PARA DINAMIzAR LA LECTURA
El lector en la era digital