Page 99 - Actas Afrancesados y anglófilos
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transformarían los interiores españoles: a la tendencia napolitana añadió el gusto por lo clásico, dentro del estilo que se conocerá como pompeyano, e implantó una forma de protección de las artes decorativas basada en la fundación de reales manufacturas dependientes de la Corona.Pero la verdadera influencia de los estilos franceses en España, su presencia estética en la Corte y la entrada del proyecto integrado para los espacios de interior llegaría durante el reinado de Carlos IV. En éste periodo quedó asentado definitivamente el gusto francés y sus formas de interiorismo, desplazando totalmente al tradicional estilo español. El estilo Calos IV es paralelo al Luis XVI francés, y está dominado por las formas decorativas arquitectónicas clasicistas de línea pompeyana.Seguramente fue el propio Carlos III el que potenció en sus inicios el gusto clásico en España, conocido en Francia como goût grec, porque los primeros proyectos decorativos en ésta tendencia se hacen para Carlos IV siendo aún Príncipe de Asturias.Durante el último tercio del siglo XVIII, España está plenamente involucrada en las tendencias decorativas francesas y sigue sus diseños de mobiliario. Circunstancia que se acentuó más aún en los últimos años de la centuria, coincidiendo con el período de esplendor de los talleres reales.La Revolución Francesa obligó a emigrar a muchos de los diseñadores y artistas que trabajaban para la corona francesa. Es el caso del ornamentista Jean-Démosthène Dugourc (1749-1825) que aceptó la propuesta de Carlos IV de venir a España, instalándose en Madrid entre 1799 y 1814, año en que regresó a Francia.Realizó para Carlos IV maravillosos proyectos de interior y piezas de mobiliario de absoluta belleza y originalidad. Dugourc, adaptó sus diseños a las formas de trabajo de las reales manufacturas, potenciando las especialidades de los artesanos, sustituyendo en sus diseños de mobiliario, por ejemplo, los característicos bronces franceses por refinadísimas tallas doradas más cercanas a la tradición local. Según algunos historiadores protagonizó el que es, quizá, el mejor momento del mueble y las artes decorativas españolas.Se conservan destacables conjuntos de interior como testimonio de ésta riqueza decorativa de finales del siglo XVIII y principios del XIX, de entre los que destaca el pabellón de verano conocido como Casita del Labrador en Aranjuez. La estética seguida por Dugourc en sus diseños se inscribe en los estilos conocidos como pompeyano y etrusco, dos versiones del neoclasicismo, de los que el primero se asocia al siglo XVIII, en tanto que el segundo tuvo mayor proyección en el XIX. Quizá su aportación más valiosa es la introducción definitiva del concepto del proyecto decorativo integrado, que plantea el interior y todos sus elementos como un sistema unitario, unificando bajo una misma mano arquitectura y objetos.A la influencia francesa se debe, pues, una nueva concepción del interiorismo que se adoptó en España en los años del cambio de siglo, y que contribuyó a definir unos estilos que son claramente identificables dentro de la historia de nuestras artes decorativas.Los encargos reales a ebanistas franceses, que ya se habían cursado en la segunda mitad del siglo XVIII, tuvieron continuidad a pesar de la Revolución y del teórico bloqueo al que las monarquías europeas sometieron la Francia revolucionaria y Napoleónica. Carlos IV, encargó a los diseñadores de Napoleón, Pierre-François- Léonard Fontaine (1762-1853) y Charles Percier (1764-1838), en 1800, el tradicionalmente conocido como gabinete de platino para la ya mencionada Casita del Labrador, que se ejecutó entre 1801 y 1808. Así entró el más puro Estilo Imperio en la corte. El proyecto de fue publicado por sus autores en la obra Recueil de décorations2