Page 206 - 100 años en femenino
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lleno de tonos religiosos, íntimos o secretos, donde se aprecia un neorromanticismo que la aleja de las primeras transfor- maciones de la vanguardia. En sus años de exilio frecuenta a su añorado maestro Juan Ramón, y plasmará sus recuerdos en un libro: La ardilla y la rosa, Juan Ramón en mi memoria. En 1972 regresa a España, donde permanecerá, oculta e invi- sible, como tantas otras escritoras de su generación, hasta el día de su muerte. Otra de las poetas que más activamente vivió los veinte fue Concha Méndez30 (1898-1986), prototipo de mujer moderna, campeona de natación, rebelde ante las limitaciones que le imponía una familia rica de nuevo cuño que le impidió ir a la universidad o tener cualquier contac- to con los libros desde casi su primera infancia. Novia en su juventud de Luis Buñuel, amiga inseparable de Maruja Mallo, la más radical y libre de las mujeres de su generación, con quien recorría las tabernas y las calles de Madrid practicando lo que entonces era una moda subversiva, el sinsombrerismo; mujer, casi madre, como recuerda Carlos Morla Lynch,31 de Manuel Altolaguirre, y amiga hasta la muerte de Luis Cer- nuda, a quien dio cobijo en su casa de Tres Cruces cuando el poeta sevillano, cansado de sus andanzas de tantos años por el mundo anglosajón, tuvo necesidad de volver al idioma español y a la cercanía de sus amigos, a México. Desengañada del papel secundario que se le ha otorgado en la historia de su generación, apenada, como señala su nieta Paloma Ulacia Altolaguirre, por «la indiferencia que el exterior, es decir, sus contemporáneos y el público en general, tuvieron por su obra poética y por su persona. El hecho de que no la tomaran en serio, salvo como portavoz de la vida de los otros, logró que finalmente ella guardara su visión del mundo como algo pri- vadísimo, que no interesaba a nadie»,32 entristecida y ence- rrada entre los muros de su casa y protegida por su familia, ella, que amó tanto viajar, ver mundo, arriesgarse y partir. La obra poética de Méndez, desde Inquietudes, Surtidos o Canciones de mar y tierra, publicadas en los años veinte, beben de la mejor poesía de sus compañeros de generación, espe- cialmente de Alberti y los tonos neopopulares de su Marinero en tierra. Va alcanzando mayor hondura en sus libros poste-
30— Sobre Concha Méndez, véase el capítulo dedicado a ella en el libro Españolas del siglo XX promotoras de la cultura, op. cit., págs. 129-176; así como Shirley Mangini, op. cit.
31—En los recuerdos de Carlos Morla Lynch, narrados desde la perspectiva de una sincera amistad y una cotidiana camaradería, está muy presente la pareja formada por Méndez-Altolaguirre. Véase Carlos Morla Lynch, En Madrid con Federico García Lorca, Sevilla, Renacimiento, 2008.
32—Paloma Ulacia Altolaguirre, Memorias habladas, memorias armadas, Madrid, Mondadori, 1990, pág. 22.
207—Mar García Lozano Rutas ignoradas. Mujeres en la literatura y en la música del siglo XX






























































































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