Page 156 - 100 años en femenino
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Cien años
de igualdad Amelia Valcárcel
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Catedrática de Filosofía Moral y Política Universidad Nacional de Educación
a Distancia
Hace cien años que las españolas entraron en la universidad sin tener que sufrir los obligados y especiales papeleos a que venían siendo sometidas las que lo intentaban. Decenas de instancias singulares: cada rector tenía que autorizar que se matricularan, en todos y cada uno de los cursos, y cada profesor garantizar que su presencia en el aula no alteraría el orden. Así que aquel glorioso octubre de 1910, las seño- ritas estudiantes, que solo habían tenido que cumplir los requisitos de todos los demás, se dirigieron a sus respectivas aulas. Permanecieron en ellas tomando apuntes. Y al salir se encontraron con un selecto grupo de compañeros que las insultaron, persiguieron y apedrearon. Para que no se nos encoja el corazón, se debe recordar que salió en su defen- sa un hombre del pueblo que asistía estupefacto a aquella demostración viril. Fue un caso muy comentado. Y se saldó con el destierro de Rosario de Acuña, que no era señorita estudiante, porque se atrevió a glosar lo ocurrido en la pren- sa en términos más bien fuertes. Vueltas que da la vida: unos badulaques apedrean a las primeras universitarias corrien- tes y es forzada a salir del país para cuatro años una escrito- ra que unía a ser aristócrata el ser también bastante radical.
Cien años. Eso nos pone poco antes de la Primera Guerra. El sufragismo, la segunda gran ola del feminismo, se manifesta- ba en Europa. Las paradas y desfiles más brillantes se lleva- ban a cabo en Londres. Las militantes, vestidas de blanco y algunas portando sobre sí los gorros y mucetas que las acre- ditaban como doctoras, recorrían en ordenadas procesiones cívicas las calles, reclamando los derechos políticos y civiles. Las mujeres europeas querían ser ciudadanas; no eran las únicas, pero avanzaban resueltamente en el camino de la vin- dicación. El voto no lo conseguirían las españolas hasta vein- te años después, en la Constitución del 31. Quien lo habría de lidiar, Clara Campoamor, en este once tenía veintitrés años, era auxiliar de telégrafos, vivía como bien podía con su escaso sueldo en una pensión de Zaragoza y estudiaba para obtener el bachillerato por las noches en su más que modesto cuarto.
157—Amelia Valcárcel Cien años de igualdad



























































































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