Page 157 - 100 años en femenino
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Los derechos civiles tampoco comparecían: las españolas estaban en poder de padres, maridos, hijos y tutores. No podían administrar sus propios bienes, trabajar sin permiso, cobrar su salario sin autorización, no tenían patria potestad, voz pública ni casi empleos. El asunto de la libertad de las mujeres, se decía entonces y ahora, es de los de ir poco a poco. Pero, como rezaba una pancarta sufragista contemporánea, «por el camino del poco a poco se va al valle de nunca jamás». Eso sí: la prostitución estaba perfectamente reglamentada. Las mujeres se dividían en decentes y pellejos. Las primeras estaban para ser respetables y obedientes. De las segundas me parece que no se necesita explicar su utilidad.
Los «crímenes de honor» eran cosa corriente que todo el mundo comprendía. De la misma manera que lo eran el estu- pro, el salario mitad que el masculino, el analfabetismo pro- curado y generalizado, la violencia o el hambre. Dicho sea todo lo anterior sin exagerar un ápice. Eso para las mujeres de las clases bajas. Las clases medias estaban en España en trá- mite de formación, si bien con ánimo. Y de las altas no cabía esperar demasiadas innovaciones, porque no es lo suyo, con la gloriosa excepción de Emilia Pardo Bazán.
Baste con estas pinceladas para marcar la fecha de inicio del siglo que se quiere entender. Ahora, si corremos rápidamen- te a la fecha final, muchas cosas han cambiado. Las muje- res son mayoría en las aulas universitarias. Votan, eligen y son elegidas para parlamentos que intentan ser paritarios. Desempeñan puestos públicos y trabajan también en el sec- tor privado. Tienen amplia formación y bastante capacidad discursiva. Ocupan las calles a cualquier edad porque se han asegurado el tránsito público. Expresan sus preferencias de toda índole. Son la mayor tasa de lectoras, de consumidoras de cultura o del alumnado en cursos de verano de extensión universitaria. Muchas tienen criterio y algunas tienen presen- cia. Apunto lo anterior porque no siempre coinciden. Pueden en las democracias convertirse en una decisiva fuerza social.
Cien años de avances y paradas
En un sistema en movimiento, y nuestras sociedades lo son, lo que no avanza, retrocede. Y nadie negaría que las posi- ciones de las mujeres han cambiado, mucho y para mejor, en este último siglo. Las libertades y oportunidades acce- sibles se han multiplicado. Las nuevas posiciones de las
 158—Amelia Valcárcel Cien años de igualdad





























































































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