Page 126 - 100 años en femenino
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de enseñanza secundaria, bibliotecas y archivos, algunas pro- fesiones liberales. En lo que se refiere a la Administración pública, hasta 1918 las únicas mujeres que trabajaban en ella eran las auxiliares de Correos y Telégrafos, y fue el Estatuto de Funcionarios, de ese año, el que permitió su ingreso en la esca- la auxiliar en los distintos ministerios. Al mismo tiempo se multiplicaba el número de las telefonistas, trabajo de atención al público considerado muy adecuado para ellas. Si desde fina- les de siglo había habido algunas mujeres que ejercían la medi- cina, en los años veinte lo harán las primeras abogadas (Borderías, 2006; Capel, 1982).
Aunque el discurso dominante ensalzaba la función mater- nal, la idea de una baja retribuida de maternidad se abrió camino lentamente. Desde 1900 las mujeres tenían prohibi- do trabajar en las tres semanas siguientes al parto, sin perci- bir ninguna retribución en ese tiempo, y con reserva obligatoria del puesto de trabajo, y aunque ese periodo se amplió en 1907 a cuatro semanas, o hasta seis, si así lo acon- sejaba un informe médico, pasaron más de veinte años hasta que se implantó un subsidio que compensara los jornales perdidos. El subsidio de maternidad establecido con carácter provisional en 1923, en cumplimiento del Convenio de la Organización Internacional del Trabajo de 1919, era de cin- cuenta pesetas, incluyendo asistencia médica durante el embarazo para las obreras cotizantes del retiro obrero, con prohibición de trabajar durante seis semanas.
Por otra parte, el fuerte arraigo de las ideas que consideraban el trabajo doméstico y el cuidado de la familia como obliga- ciones propias de las mujeres, y a los varones como los prin- cipales responsables del mantenimiento económico familiar, dio lugar a que la legislación laboral naciera marcada por un fuerte contenido de género, bajo la óptica de «protección» para las mujeres (prohibición del trabajo subterráneo en las minas, del trabajo industrial nocturno, etc.) (Nielfa, 2006; Nielfa, 2003).
Entre 1910 y 1930, en España estaba aumentando la pobla- ción que vivía en núcleos urbanos, a costa del mundo rural que la perdía por efecto de la emigración, y eso influía en las pautas de la vida cotidiana. Las ciudades eran un mundo de contrastes entre los barrios acomodados, con viviendas cada vez más confortables, y aquellos otros en que las deficiencias de saneamiento, alcantarillado, etc. incrementaban el volu- men de trabajo que debían desempeñar las amas de casa.
127—Gloria Nielfa Trabajo, salud y vida cotidiana de las mujeres en España durante el siglo xx