Page 124 - 100 años en femenino
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avance de la ideología de la domesticidad y del ideal del ama de casa que se estaba produciendo, y que se refleja en las propias clasificaciones de los censos. Las mismas razones que expli- can el subregistro de la actividad femenina en la información censal afectan también a los padrones municipales, aunque a veces en menor medida, pero diversas fuentes –entre ellas las gráficas– han dejado constancia de su existencia y de su varie- dad. En algunos casos ha sido el cruce de distintas fuentes el que ha visibilizado actividades no registradas en los censos, como sucede con el gran número de mujeres que atendían a huéspedes alojados en sus casas, por ejemplo, entre los tra- bajadores de la minería vasca. La preparación de la comida, el lavado y cosido de la ropa, la limpieza de la habitación, realiza- dos en el hogar para los mineros, se convierten en un trabajo de las amas de casa que resulta esencial para la economía fami- liar (Pérez-Fuentes, 2003; Pérez-Fuentes, 1993). De lo que sí nos informan los censos es del número de religiosas, que supe- raba las 40 000 a principios de siglo y eran más de 60 000 en 1930; muchas de ellas realizaban actividades educativas o tra- bajaban en hospitales y cárceles, ya que la profesionalización de la figura de la enfermera, por ejemplo, fue tardía.
La tradicional abundancia de mano de obra en actividades agrícolas y ganaderas estaba experimentando una reducción, que se corresponde con la emigración a núcleos urbanos, en los que muchas mujeres se dedicarán a la venta ambulante o serán lavanderas, planchadoras, costureras, etc., en ocasiones a tiempo parcial o de forma estacional, desarrollando así importantes mercados sumergidos de bienes y servicios (Pérez-Fuentes, 1995). La industria textil catalana continúa su proceso de feminización, siendo esencial también la presencia de las mujeres en la industria conservera gallega, como mano de obra flexible adaptada a la estacionalidad de la pesca. Las fábricas de tabacos se hallaban en proceso de mecanización, con el consiguiente descenso en el número de operarias, pero aún reunían a más de 17 000 cigarreras en las once fábricas repartidas por toda la Península. El trabajo a domicilio, que se defendía como apropiado para que las mujeres se ocuparan a la vez del hogar, seguía empleando a un gran número de ellas, e incluso aumentó, por efecto de la subcontratación de las fábri- cas, en los años de la Primera Guerra Mundial, época de expan- sión capitalista en la economía española. Por otra parte, hay que destacar los cambios de los años diez y veinte, que abrie- ron a las mujeres nuevas posibilidades más cualificadas en el sector servicios: comercio, oficinas, profesorado en institutos
125—Gloria Nielfa Trabajo, salud y vida cotidiana de las mujeres en España durante el siglo xx
































































































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