Page 123 - 100 años en femenino
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Esta alta natalidad –mayor en los ámbitos rurales que en los urbanos– había venido siendo necesaria para compensar la elevada mortalidad existente, que en esa fase se redujo del 23 al 17 %. El dato medio de tres hijos por mujer en 1910 adquiere mayor significado cuando observamos la esperanza de vida al nacer, que se situaba en 42,5 años para las mujeres y 40,9 para los varones (Sánchez Jiménez, 1984; Nicolau, 2005). Así pues, embarazos, partos, lactancia y cuidado de los hijos ocupaban un tiempo importante en la vida de muchas mujeres; además, las amas de casa realizaban en los hogares numerosas tareas dirigidas a la subsistencia y cuidado de sus familias, que variaban en función de las clases sociales, proporcionando una serie de bienes y servicios de tanto mayor difícil adqui- sición en el mercado cuanto más escasos fueran los recursos.
La edad en que las mujeres contraían su primer matrimonio, situada en torno a los 25 años por término medio, fue eleván- dose paulatinamente en las décadas siguientes, y también hubo cada vez más mujeres que permanecían solteras a lo largo de toda su vida, con cifras medias superiores al 10 % en el primer tercio del siglo, siendo Galicia y el norte de España la zona en que se registraban las tasas más altas de celibato defi- nitivo. Ambos datos dejan sentir sus efectos en la reducción del número de nacimientos y en la mayor disponibilidad de las mujeres para el trabajo extradoméstico.
En el ámbito de la salud, un factor diferencial importante entre hombres y mujeres eran las complicaciones relaciona- das con el parto, especialmente la septicemia puerperal, con una elevada mortalidad; es cierto que se encontraba en des- censo en las primeras décadas del siglo, pero todavía el parto se cobró la vida de unas 3 400 mujeres en 1910 y de 2 400 vein- te años más tarde (Sánchez Jiménez, 1984; Campos Luque, 2001). Otros problemas de salud estaban relacionados con el tipo de trabajo efectuado y con las condiciones higiénicas del lugar de trabajo, destacando en este sentido el ambiente irres- pirable de muchas fábricas textiles y de tabacos, pero también la estrechez y falta de ventilación de los hogares obreros, en los que muchas mujeres hacían largas jornadas de trabajo ínfi- mamente retribuido en la confección, el calzado, etc.
Una buena parte del trabajo de las mujeres, incluso del que realizaban para el mercado, no está contabilizado en los cen- sos, en unos casos por las dificultades para recoger la pluriacti- vidad que caracterizaba su experiencia vital, y en otros, por el
124—Gloria Nielfa Trabajo, salud y vida cotidiana de las mujeres en España durante el siglo xx






























































































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