Durante años, Granados coincidió personal y profesionalmente con distintos artistas en Barcelona y en París: Francesc Miralles (1848-1901), Santiago Rusiñol (1861-1931), Ramon Casas (1866-1932), Joaquim Vancells (1866-1942), Josep M. Sert (1874-1945), Lluïsa Vidal (1876-1918), Ismael Smith (1886-1972). Por otro lado, aún actualmente se aplaude su lectura musical de los óleos y grabados de Francisco de Goya (1746-1828). El propio Granados realizó algún dibujo y algún cuadro de pequeño formato. Su vocación era humanista y polifacética. Pero entre los diferentes colaboradores que tuvo durante su carrera, Apeles Mestres (1854-1936) encarnaba como nadie este perfil renacentista. Por encima de la amistada, las afinidades entre los dos definían un perfil característico del Modernismo: el deseo de la obra de arte total y el diálogo de las artes integradas. La decisión de componer Goyescas se explica en este contexto ideológico y plástico concreto.
Por esta razón, el enfoque de la exposición refuerza la necesidad de superar un discurso consolidado que reduce Granados a un pianista brillante y al fundador de una escuela de interpretación, sin negar la validez de estas dos afirmaciones. Para transmitir esta reivindicación de Granados en su contexto histórico y estético, la exposición invita a toparse con retratos, dibujos y pinturas casi a escala humana realizadas a partir de copias fotográficas y artísticas de gran formato. La intención es proponer un encuentro hiperrealista al visitante a partir de los cuerpos y los espacios del pasado. Al mismo tiempo, la manera de colocar los objetos expuestos se inspira en las museografías antiguas del Prado, el Louvre y el Palacio de Bellas Artes de Barcelona. De la misma manera que Granados visitó museos y se paseó por los talleres de París, Madrid y Barcelona, así el espectador actual se ve inmerso en un recorrido que culmina en la personal lectura de Goya realizada por el compositor.