En este centenario de su muerte, AC/E organiza un extenso programa musical junto a los principales festivales de música y otras organizaciones culturales, con el objetivo de divulgar de manera eficaz y unificada la obra del genial compositor español.
Enrique Granados y Campiña era hijo de padre cubano y de madre gallega. Su disposición para la música se reveló ya en su niñez. Estudió los primeros elementos de solfeo y teoría en su ciudad natal con José Junceda. Niño aún, pasó a Barcelona, donde entró en la Escolanía de la Merced, dirigida por Francisco Jurnet; luego recibió lecciones de Juan Pujol (piano) y Felipe Pedrell (armonía).
A los diez años de edad empezó a dar conciertos públicos. En 1887 pasó a París, donde estudió con Bériot; en la capital francesa vivió con su amigo el pianista Ricardo Vinyes. Regresó a Barcelona en 1889, donde dio un memorable concierto en el Teatro Lírico. En 1892 obtuvo un nuevo triunfo como concertista y como compositor al dar a conocer sus tres primeras Danzas.
Como pianista fue excelente colaborador de grandes violinistas como Manén, Isaye, Crikboom y Thibaud. También actuó al lado de Risler, Saint-Sáens y Malats en la interpretación pública de obras escritas para dos pianos. En una de las primeras Festes de la Música Catalana, obtuvo el primer premio; su Allegro de concierto fue laureado en un concurso nacional.
En 1910 envió sus composiciones para piano Goyescas al pianista Montoriol Tarrés, que residía en París. Tarrés estudió la obra y se entusiasmó con ella. La divulgó y pronto, ganado el apoyo de Vuillermoz, logró que la Société Musicale Independante organizara el 4 de abril de 1914 un concierto enteramente dedicado a Enrique Granados. El éxito fue rotundo y constituyó la consagración del joven compositor. A raíz de este concierto le fue concedida la Legión de Honor y recibió de Rouché, director de la ópera parisiense, el encargo de convertir las Goyescas en ópera, para su representación en París.
Enrique Granados puso manos a la obra y concluyó la partitura sobre un libreto de F. Periquet; pero estalla la guerra mundial y el proyecto se vuelve irrealizable. Así las cosas, Schirmer, el editor neoyorquino, enterado de la dificultad, se apresura a hacer proposiciones a Granados: él está dispuesto a editar la obra y la hará representar en Nueva York. Nuestro autor acepta y se traslada a América con su esposa.
La representación de Goyescas, efectuada en el Metropolitan el 28 de enero de 1916, constituyó un éxito y Granados fue invitado por el presidente de los Estados Unidos para tocar en la Casa Blanca. Esta circunstancia fue causa de que el compositor perdiera el transatlántico que había de volverle a España. Cumplido su compromiso, no quiso esperar la salida de otro buque español y embarcó para Inglaterra; allí, en Folkestone, tomó el "Sussex", el cual, a poco de zarpar, fue torpedeado y hundido por un submarino alemán. Granados y su esposa murieron ahogados. La noticia causó sensación; en Barcelona, en Lérida, en París, en Nueva York, se le tributaron homenajes póstumos.
Además de las obras citadas se deben a Granados, entre otras, las siguientes obras: Bocetos, 12 Danzas españolas, Piezas sobre cantos populares, Valses poéticos, Madrigal, la ópera María del Carmen (1898), Follet, Picarol, Liliana (sobre textos de Apel·les Mestres), una nueva serie de Danzas españolas, Sardana, Rapsodia aragonesa, El Pelele, El canto de las estrellas (para piano, coro y órgano).
Enrique Granados fue además un notable pedagogo; de la academia de música que en Barcelona llevaba su nombre salieron muchos de los mejores pianistas catalanes de estos últimos tiempos. Fue un extraordinario intérprete de la música popular hispánica, a la que estilizó con su alto sentido poético y su fina intuición.