Page 44 - Únete. Join us (Bienal de Venecia, 57 edición)
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2 Michael Fried, «Art and Objecthood», en Artforum, vol. 5, núm. 10, 1967, pp. 12-23.
3 La contestada identidad del artista y el sujeto de una revolución política,
que todavía defienden algunos, queda también a proximidad de este campo, aunque no la abordaremos aquí.
Mi análisis en las páginas siguientes partirá de algunas acciones, ejercicios dramáticos por así decir no figurativos, dentro de la obra, en los que emerge con particular claridad la problemática relación entre el trabajo y su representación. O dicho otro modo: en qué medida es posible interpretar la labor del actor como trabajo y al trabajador como personaje del drama-mundo. Partiendo de la ambigüedad de estas relaciones, surge la pregunta aún más abismal de cuál sea el fruto del trabajo de un actor que interpreta a un albañil o a un jardinero: una casa o una obra de arte o el fragmento de una obra posible, activable. El mot d’ordre (o de desordre) de Jordi Colomer a lo largo de las últimas décadas —«habitar el decorado»— es el trasfondo de tal cuestionamiento. Lo cual quizá permita abordar indirectamente, o vislumbrar al menos, en qué medida la labor del artista (un escultor, pongamos) sea pensable como labor actoral, en lo que sería una curiosa inversión de la malfamada theatricality, ese concepto arrojadizo inventado por Michael Fried en 19672. Y ello de un modo análogo a como se ha preguntado, al menos desde hace un siglo, en qué medida el trabajo del arquitecto se pueda asimilar al de un escenógrafo, el del gobernante al de un director de escena, etc.3 Relaciones, todas ellas, en las que intervienen diversas formas de traducción a escala, y que cuestionan tanto la generalización de lo teatral como la deslocalización, léase miniaturización, de lo político en el arte.
Una existencia intermedia: ‘metaphorai’
X-Ville comienza con el recitativo de un fragmento introductorio de Utopies réalisables de Friedman, al que suceden diversas escenas que figuran el funcionamiento de una ciudad, representada por medio de cartones pintados con tinta negra. La voz de la recitante acompaña, desde fuera o en off, algunas de estas escenas: los habitantes de la ciudad-equis caminan, comercian, comen, laboran la tierra, acondicionan las zonas comunes o se reúnen en asamblea. Muchas de estas acciones son imitadas sintéticamente, sin gran minucia, por ejemplo en el momento en que un hombre y una mujer empujan un montón de basura con ayuda de sendas escobas, sin que se pueda decir que limpian un suelo; o cuando los habitantes reciben sus pagas en forma de calderilla, chocolate o bizcochos. Mientras el movimiento humano es reflejado con claridad, a medida que discurre el filme las acciones van perdiendo su carácter figurativo. Hacia
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