Page 72 - El rostro de las letras
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CAPÍTULO 4 El imperio de la fotografía
M ientras los escritores, artistas y fotógrafos se ami- gaban en los veladores de los cafés, se ampliaba
espectacularmente el catálogo de aplicaciones de la fotografía. Al sustituir el metal de los daguerrotipos por el negativo de papel, el inglés Fox Talbot hizo posible la multiplicación inde- finida de las imágenes y su consecuente democratización. Años más tarde, Baldus y Le Gray consiguieron unas emulsiones más transparentes, y Niepce de Saint-Victor completó la tarea con el negativo de vidrio, que abrió las puertas al imperio de la fotografía. En 1856, Ernest Lacan ya intuyó que la futura tarea de los fotógra- fos iba a ser la de documentar la imagen del universo, la efigie de las personalidades más relevantes de la historia y los sucesos más trascendentes y dignos de perpetuación. “La fotografía –escribió en 1856– se ha convertido en un verdadero auxiliar de la historia. Ha traspasado los mares, franqueado las montañas, atravesado los continentes. Se ha introducido con los sabios y los científicos en las colecciones privadas de la ciencia; con los médicos, en los hospi- tales; con los magistrados, en las prisiones; se ha hecho necesaria en todas partes, y en todas ha ofrecido más de lo que ella misma
ha prometido” 18. Cuando España iniciaba su tímido proceso de modernización, el retrato fotográfico se había convertido en la más importante manifestación del imparable desarrollo de la industria fotográfica. La apoteosis del retrato se produjo en un tiempo en el que, paralelamente, se estaba operando una profunda mutación social. El creciente impulso de la burguesía liberal fue postergan- do a las vetustas castas aristocráticas, propiciando nuevas formas artísticas más accesibles a las clases sociales en ascenso. Retratarse se convirtió en un signo de progresión social y nada mejor que la fotografía –la más democrática técnica de representación conocida
Página anterior: De todos los literatos de su tiempo, Juan Eugenio de Hartzenbusch fue uno de los más retratados por los fotógrafos. Este retrato lo realizó el infante DON SEBAS- TIÁN GABRIEL DE BORBÓN, hacia 1855 (Patri- monio Nacional. Archivo General de Palacio)
 Juan Eugenio de Hartzenbusch
Era Hartzenbusch de pequeño cuerpo y de semblante expresivo; humilde en su porte; de costum- bres sencillas; dócil y sosegado, más por hábito que por tempera- mento. Nunca tomó parte en polí- tica, pero constantemente profesó ideas liberales.
MANUEL TAMAYO Y BAUS
18 Lacan, Ernest, Esquisses Photogra- phiques, París, 1856.


























































































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