Page 40 - El rostro de las letras
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ROMÁNTICOS Y LIBERALES
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emperador Napoleón III, con la emperatriz Eugenia de Montijo y con algunos de los más célebres personajes de las letras francesas. Desgraciadamente, frente a la abundancia de fotografías del propio emperador, de Dumas –padre e hijo–, de Victor Hugo, Balzac, Gé- rard de Nerval, Gautier y otros escritores franceses, sólo se conoce alguna rara muestra en formato tarjeta del duque de Rivas, que nos presenta a un hombre tan vulgar como su propio retrato, aunque por las fechas en que se realizó ya no era el duque aquel joven se- ductor que conoció Juan Valera.
Del duque de Rivas y de los miembros de su generación, nos han quedado las estampas realizadas por los más grandes pintores románticos, como Federico Madrazo, Gutiérrez de la Vega, Antonio María Esquivel y Joaquín Espalter. Retratos que coinciden en el tiempo con los de los primeros fotógrafos, en unos años apresurados en los que del milagro del daguerrotipo se pasó casi sin transición
al imperio de la fotografía, en vísperas de la revolución de septiem- bre de 1868, cuando los miembros de la generación romántica se hallaban ya en el otoño de sus vidas. La aportación de los pintores
en la creación de la iconografía romántica es esencial, como lo muestran la obra de Luis López Piquer (1802-1856), Joaquín Espalter (1809- 1890), Víctor Manzano (1831-1865), Federico de Madrazo y Kunt (1815-1894), Vicente Palmaroli (1834-1896), autores de excelentes retratos de Manuel José Quintana, Campoamor, Mesonero Roma- nos, Ventura de la Vega, Gertrudis Gómez de Avellaneda y Hart- zenbusch. Pero fue, sin duda, Antonio María Esquivel (1806-1857), el más brillante cronista gráfico de un movimiento del que él mismo fue miembro destacado. Sus obras más recordadas, Una lectura de Ventura de la Vega (1845) y Una lectura de Zorrilla (1846), consti- tuyen dos frisos deslumbrantes del ambiente literario del romanticis- mo madrileño y español. En la primera nos muestra a su buen amigo Ventura de la Vega leyendo una de sus obras a los actores de la com- pañía del teatro del Príncipe, en los años en que ya el dramaturgo había dimitido de sus juveniles ardores revolucionarios. De Ventura de la Vega realizó en 1837 una bellísima acuarela, que se conserva en la Real Academia Española. La segunda de las obras, la más célebre también, la hizo el pintor en su propio estudio, siete años después de la prodigiosa curación de su repentina ceguera. Con este admirable retrato colectivo, verdadera acta iconográfica del romanticismo espa- ñol, nos ofrece el pintor un doble testimonio: el del propio universo
Jean LAURENT. Uno de los contados retratos fotográficos de Ángel María de Saavedra y Ramírez de Baquedano, más conocido como duque de Rivas (1791-1865). Hacia 1860 (Museo Nacional del Teatro. Almagro)
  Felipe GONZÁLEZ ROJAS. Retrato litográfico del poeta Gaspar Núñez de Arce. (Real Acade- mia Española. Madrid)



























































































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