Page 371 - El rostro de las letras
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  Cansinos Assens (Sevilla, 1882-Madrid, 1964) era un hombre alto y desvencijado, de trazas judaicas. Capitaneaba una tertulia itineran-
te que cada sábado anidaba en un café distinto, los de San Isidro y
San Millán, el viejo café de San Bernardo, y otros más alejados que encontraba por los altos de Atocha y las Rondas. Parecía recrearse en aquella imagen suya de fracasado vocacional con la que deslumbró a Borges, su altivez de outsider voluntario, cuando se sabía más culto, inteligente y brillante que los demás. Inasequible a las penurias, gus- taba de deambular con sus acólitos por las calles de Madrid, en su ruta nocturna hacia el Viaducto, donde vivía en una casa repleta de libros escritos en catorce idiomas. Los que le conocieron recuerdan su parla alambicada y pausada, inflamada y perezosa a la vez, con un leve dejo andaluz, de palabras lentas pero bien escogidas. En los primeros años del siglo XX fue el gran sacerdote de las letras españolas, el ayatolá al
Cansinos Assens deslumbró a Borges por su talento y su imagen de fracasado vocacional. Escribió novelas, ensayos y crítica literaria, aunque se le recordará por La novela de un literato, una luminosa crónica literaria del Madrid de su tiempo, llena de inteligencia y de melancolía. El retrato de la izquierda lo tomó ALFONSO en 1915. El de la derecha
se publicó en la obra Verde y dorado en las letras americanas. 1947 (Colección Pedro Fernández Melero)





























































































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