Page 163 - El rostro de las letras
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      146 EN LA FRONTERA DE LOS SIGLOS
descripción física del escritor. “Ante todo –escribió doña Emilia, con esa vehemencia tan suya–, gracias por la deseada fotografía que me ha enviado. ¿Le parecerá a usted que es devolución de lisonja si le hablo de la noble disposición de su frente, llena de inte- ligencia? Tiene usted muy buena cabeza, literal y metafóricamente. No la diferencia de edad, sino nuestro juicio y el reposo, que el es- tudio y el amor del arte infunden por maravillosa manera en las al- mas, nos autorizan a decir lealmente la impresión causada por esos pedacillos de cartulina emulsionada, hoy tan en boga”. La escritora, tan preocupada por su imagen, mantuvo siempre su afición por el intercambio de retratos con los escritores de su tiempo. “Me falta dar aún las gracias a usted por su retrato –escribió a Narcís Oller, en enero de 1884–, que ocupa en mi álbum distinguido puesto en- tre mis amigos preferidos [...]. Va adjunta mi tarjeta para felicitar a usted el nuevo año. Hasta ayer no me la mandó el fotógrafo”. Seis meses después, doña Emilia escribía de nuevo a Oller para agrade- cerle la fotografía que este le había enviado para ser publicada en
el almanaque de El Mundo Ilustrado, a la vez que le remitía otra fotografía “que representa mi estudio”. “Ruego a usted –le dice–, que me envíe el Almanaque para ver cómo tratan mi cara y si lo hacen mejor que en Portugal. ¡Dios aleje el cólera!”. Y en una de las visitas que Narcís Oller, Yxart, Sardá y Matéu hicieron a doña Emilia en París, en abril de 1886, la escritora les repartió generosa- mente sus retratos, con la intención de que “mejorasen” la impre- sión que podrían haberles producido los que ya les había enviado antes del viaje. “Nosotros no podíamos decirle a la señora –recuer- da Oller en sus memorias–, que con todo lo simpática y agraciada que nos había parecido ya a primera vista, nos resultaba tan “bella” como en aquellas fotografías que tanto había censurado ella en
sus epístolas y que nos había hecho el favor de enviárnoslas. No
era más delgada, ni más joven, ni le afeaban aquellas fotografías, como ella se imaginaba. Al contrario, para nosotros, aún la hacían más delgada, la rejuvenecían y la mejoraban y en cuanto, por obra y gracia del retocador, el contorno de sus facciones aparecía en ella menos desmoronado de lo que en realidad era”. En los archivos de Miguel de Unamuno se guardan decenas de fotografías dedicadas de sus amigos y admiradores. “Muy querido amigo –escribe a Joan Maragall–. Acabo de recibir su retrato. ¡Qué buena fotografía! No parece obra de mano humana, tiene fuerza. Al caer el envoltorio y aparecérseme, me ha sacudido como una presencia viva, inespera-
CALVET HERMANOS. Retrato de don Benito Pérez Galdós, dedicado a Valle-Inclán. Hacia 1895 (Archivo Fotográfico ABC)
 El intercambio de retratos dedicados fue
una de las costumbres más arraigadas entre los miembros de la burguesía ilustrada,
desde los días de la carte-de-visite. En la página siguiente, retratos de Pompeu Gener (AREÑAS): Miguel de Unamuno (Venancio GOMBÁU), Jacinto Benavente (GÓMEZ NOVE- LLA) y Carlos Arniches (Hermanos CALVET). (Biblioteca de Catalunya. Barcelona. Colección Díaz Prósper y Museo Nacional del Teatro. Almagro)


























































































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